18/06/2022
 Actualizado a 18/06/2022
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En una solitaria y aburrida oficina, un hombre permanece solo ante una fotocopiadora que parece no querer funcionar. De fondo se escucha un impenitente pitido maquinal. Malhumorado, le pega una malintencionada patada a la que la máquina responde arrojando la reproducción de un agujero negro. El hombre se sorprende y mira el reloj. Es una hora intempestiva, el trabajador debería estar en la calle disfrutando de su ocio, de la compañía de los amigos, de un entrañable paseo familiar. Aparta la fotocopia y desde el fondo del agujero de esa reproducción una mirada penetrante parece acecharle al ritmo de una siniestra banda sonora metálica que interrumpe el pitido. Al posar el vaso sobre el documento resulta tragado por el agujero negro que parece no tener fondo. El hombre se agacha sobre él mientras lo contempla con gesto entre asombrado y temeroso. Tras una duda introduce la mano. Hasta el fondo. Recupera el vaso. Mira a uno y otro lado con cierta complicidad y entonces comienza el derroche de ideas para rentabilizar el nido negro. Lo coloca sobre la máquina dispensadora de alimentos e introduciendo la mano en la generosa cueva negra de papel extrae una barrita energética. Posteriormente clava su mirada sobre la puerta del despacho de su jefe. La caja fuerte. Pega el dadivoso hoyo oscuro sobre ella entregándose a una incontenible orgía de saqueo de billetes. En su delirio se cuela a través de el agujero y de pronto…¡plof!…el celo que sujetaba el papel con el seductor agujero pierde la fuerza y el papel se despega deslizándose sobre el suelo. La cámara se aleja dejando un ruido sordo de golpes claustrofóbicos. Parece que nadie sacará al hombre que ha sido succionado por su propia codicia.

Les he relatado el argumento de un laureado corto titulado ‘black hole’ que me han pasado recientemente mientras curiosamente visualizaba una información sobre la evolución de la pobreza en España. Durante el último año, cuatro de cada diez personas en España han venido a engrosar la lista de los que sufren pobreza crónica, una de cada seis, si analizamos los datos de Castilla y León. Al lado de estos datos 23.000 millonarios han visto crecer su riqueza hasta un 30% en el último año 2021 mientras un millón de personas aumentaba las listas de los sin hogar situándola en 11.000.000. En algunos hogares ha aumentado el número de personas sin empleo que han visto cómo sus únicos recursos debían ser destinados a pagar la hipoteca o la factura de la luz y la calefacción. Sin recursos para poder alimentarse no queda otra que acudir a los comedores sociales, los bancos de alimentos o instituciones como Cáritas que recientemente ha presentado su informe con unas previsiones de futuro bastante negras.

Vuelve a mi mente el corto del agujero negro tragón, inevitable evocar aquel ‘black hole’ portátil del Correcaminos en el que siempre caía el más tonto. Ojalá fuera posible contar con una suerte de impresora 3D que nos proporcionara unos cuantos de aquellos para ponérselos de cebo a los de la incontinencia del 30% e invertir esa ley que una vez me confesó una voluntaria de Cáritas León en una bulliciosa y concurrida estancia». Desengáñate, Marta, para que unos lo tengan todo a otros no les queda más que conformarse con poco o nada».

¡Agujero, trágame!
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