02/10/2021
 Actualizado a 02/10/2021
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La mente puede ser algo incontrolable, que nos esclavice o nos libere, si la dejamos a su libre albedrío. Hay quien no le otorga la importancia que tiene ya que es intangible, pero esos mismos no pueden detener su pensamiento, son incapaces de apartarla y caen enfermos cuando han dejado que les machaque sin freno. Quienes niegan su relevancia (y no sólo en casos graves de enfermedad psiquiátrica) también tienen sueños, miserias y fantasías.

La mente hace la percepción y la percepción es la posibilidad de la materia porque la mente es donde radica el comienzo de todas las cosas. Si nos remontamos a la teoría de Gaia, todos los seres humanos somos ese único ser que es Gaia y en el que habitamos. La habitamos y conformamos una supra mente colectiva.

De ahí la importancia de una ley de salud mental y de que ésta abarque mucho más que las enfermedades clasificadas como muy graves en la psiquiatría convencional, ya que no todo posee una causa endógena, es más, hay depresiones causadas por circunstancias externas que pueden llevar incluso al suicidio, algo que en nuestro país alcanza cifras de vergüenza, sobre todo entre los jóvenes. La homofobia, el acoso escolar, el paro de larga duración o los duelos patológicos son, entre otros, motivos de profunda tristeza e incluso de suicidio.

Esto es justo lo contrario a lo que postuló el representante de VOX en la cámara, haciendo por cierto un ridículo supino ya que primero alegó que la propuesta de ley afea el papel de los psiquiatras y relega a segundo plano enfermedades endógenas como la esquizofrenia, y luego sin cambiar el gesto alegó que, entre otras cosas, las familias monoparentales son origen de desórdenes de salud mental. Incoherencia supina y como diría mi admirado Juan José Millás: Pedo Oral.

En vez de centrarse en lo importante y remar juntos por un acceso a los servicios de salud mental (a tiempo) para tantos españoles que lo precisan, este tipo de intervenciones deja al descubierto la voluntad egoísta de malear la conciencia colectiva y tener así control ideológico sobre una ciudadanía debilitada.

Porque la mente está dentro del universo de la conciencia. Un universo hecho de percepciones que, si queremos ser empíricos, deben constituir su fundamento. Por eso la mente depende tanto de lo que nos ocurre y no sólo de desequilibrios en los neurotransmisores. Depende enormemente de situaciones como el acoso escolar, convivir con la homofobia o sufrir una pandemia mundial como la que acabamos de atravesar y que ha puesto en evidencia las grietas de nuestra sanidad.

Llevo un año escribiendo esta columna y tras este año me doy cuenta de que muchos de mis artículos giran alrededor de la pantomima política y de los peligros del neo fascismo, el populismo y los nacionalismos. Ya me repito.
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