06/07/2020
 Actualizado a 06/07/2020
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La belleza pasajera de la música de órgano ha saltado este viernes a las páginas de El País. Don Samuel Rubio, organista, desde León. De sucesor de Adolfo Gutiérrez Viejo a ‘Leonés del año’ y de ahí a figura internacional. No se trata de Samuel Rubio Calzón, el gran musicólogo, sino del sacerdote nacido en Posada de Valdeón en 1943 y que ocupó el cargo de organista de la catedral de León desde que lo abandonara el Gran Adolfo Gutierrez Viejo, nacido en Lugán en 1934 y fallecido en 1919, auténtico fundador del movimiento para sustituir el viejo órgano de la catedral.

‘Tormenta profana en la catedral de León’ titula El País. La jubilación de Don Samuel y la elección de un joven sacerdote de la diócesis de Guadix, Francisco Javier Jiménez, por parte del Cabildo y el Sr. Obispo titular. No al italiano Giampaolo di Rosa, seglar, que lleva cuatro años de ayudante de Don Samuel. Alegan el Sr. Obispo y el Cabildo que debe ser un sacerdote y no un seglar. Pero por medio está el festival internacional de órgano que se viene desarrollando en la catedral. El nuevo órgano, un instrumento moderno, un ‘ferrari’ de los órganos al parecer, que se consiguió gracias a un 90% de fondos públicos, y el esfuerzo de la ‘Asociación de amigos del órgano Catedral de León’ no sonará este año porque no habrá festival.

Despechado por no haber sido tenido en cuenta su criterio, por imperativo canónico se jubila el sacerdote Don Samuel de todo, de organista, y de mentor del Festival. Del sacerdocio, no. Pero se enfrenta con sus ex compañeros del Cabildo y hasta con su Obispo defendiendo la continuidad de la que tiene por gran obra de repercusión internacional que supone que, una vez al año, se congreguen en León algunos de los más prestigiosos organistas del mundo.

El sucesor es sacerdote, de 33 años, al que, al parecer, le falta algún dedo, lleva un pendiente en una oreja y un piercing en la otra y dos tatuajes, uno en un brazo y otro en la espalda, según propia revelación «porque no tengo nada que ocultar». Y el obispo Don Julián López, ahora su mentor, declara al Diario de León (2.7.20). «Esto evoluciona. Hay que ceder en un momento determinado. Como tendré que hacer yo mismo que no voy a ser un obispo in aeternum… Lo que ocurre es que el órgano, su estética y su belleza son pasajeros. El órgano está ahí, pero la música solo es viva cuando suena».

Todos somos contingentes. Para El País la Iglesia Española debería, incluso, cambiar ya de religión.
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