Belgerismo o la Puerta de la Reina

Por Javier Carrasco

08/01/2020
 Actualizado a 08/01/2020
Puerta de la Reina. | MAURICIO PEÑA
Puerta de la Reina. | MAURICIO PEÑA
El dibujante checo Alfred Kubin, contemporáneo de Kafka, sumido en una crisis que le impedía dibujar, escribe una novela titulada ‘La otra parte’, en la que un excéntrico millonario construye una ciudad llamada Perla en un remoto confín de Asia utilizando viejas casas que compra y manda trasladar para que sirvan de alojamiento a las personas que van a residir en ella. En el siglo XIX empezó una práctica que ha continuado hasta hoy y que inauguró sir Thomas Bruce, VII conde de Belgin, y a la que lord Byron bautizó sarcásticamente como «belgerismo», y que quizá sirvió de motivo de inspiración a Alfred Kubin. Nos referimos a esa cuestionable actividad de trasladar monumentos de su emplazamiento original a otro lugar distinto y a veces distante. En León hay algunos ejemplos: la Obra Hospitalaria de la Regla, la iglesia de San Juan y San Pedro de Renueva, la Puerta de la Reina... A diferencia de los dos anteriores, en los que hubo que mover los edificios originales de pueblos de la provincia a la capital, la Puerta de la Reina lo ha hecho dentro de la ciudad y en un espacio relativamente próximo.

En 1750 se crea en León la Real Fábrica de Lienzos, Hilaturas y Alfombras, aprovechando la tradición artesana que existía en la provincia en la realización de tejidos de lino. El primer edificio de la Real Fábrica empieza a funcionar de forma provisional en la calle de la Rúa con maestros holandeses y flamencos para trasladarse después de tres años al Campo de San Francisco, en el emplazamiento actual del Conservatorio de música Ángel Barja y la sede de Correos. El nuevo edificio contaba con una puerta conocida como «portada de lencerías» o «puerta de la Reina» que le servía de entrada. Sobre el arco, dos medallones con las efigies del rey Fernando VI y su mujer María Bárbara de Braganza, y en el segundo cuerpo dos estatuas, una que representa al Comercio y la otra las Bellas Artes, entre ambas una acrótera con el escudo nacional, coronado todo por la estatua de la Fe.

El proyecto fracasó y solo estuvo en funcionamiento seis años. La obra fue demolida, desapareciendo uno de los pocos ejemplos de arquitectura barroca en la ciudad, pero se conservó dicha puerta, que ocuparía el lado norte del que sería el Hospicio mandado construir por el obispo Cayetano Antonio Quadrillero el año 1793. Obra que a su vez fue derribada en 1964 y parte de cuyos restos se amontonan en el aparcamiento de Santa Nonia, al lado de la Biblioteca, bajo las ramas de varios árboles. Piedra a piedra, la Puerta de la Reina se desmontó y fue trasladada a la sede de la Audiencia Provincial y de los antiguos juzgados de León, que entraron en funcionamiento en 1950, sustituyendo a los que se encontraban en la calle de la Torre. Traslados y derribos que conforman el caprichoso acontecer y paisaje característico de una ciudad, su historia próxima a una obra de ficción.
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