Belén Ordóñez: "Haga música o literatura me mueve la misma ilusión"

La concertista, profesora de piano en el Conservatorio Profesional de Música de León, compositora y artista plástica debuta en el mundo editorial con ‘Relatos entre notas (Para músicos y otras especies)’ que este sábado será objeto de una firma de ejemplares por parte de la autora en la Librería Universitaria

Joaquín Revuelta
08/01/2021
 Actualizado a 08/01/2021
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La excepcionalidad del momento presente hace que la firma de ejemplares que este sábado va a tener lugar de 12:30 a 13:45 horas en la Librería Universitaria a cargo de la pianista, compositora, profesora del Conservatorio Profesional de Música de León, escritora y artista plástica, Belén Ordóñez Badiola, se convierta en realidad en la primera presentación pública de su libro ‘Relatos entre notas (Para músicos y otras especies)’ que ha editado Eolas Ediciones, un libro que viene prologado por Alfonso García y que cuenta en la contraportada con un texto de Avelino Fierro, además de las colaboraciones de los fotógrafos Carmen Coque y Carlos Pérez en el apartado gráfico.  

Belén Ordóñez es una artista polifacética que ha utilizado como vehículos de expresión no solo la música sino también la literatura –como es el caso– y las artes plásticas, exponiendo hace un par de años en el Camarote Madrid una pieza titulada ‘Vals triste’ que hacía referencia a una composición suya que dedicó al terremoto de Haití con el nombre de ‘Escombros’. Y es que en realidad la música vertebra  cualquier actividad de la leonesa y le invita a su vez a explorar otros territorios del arte. «Pienso que el ser humano posee unos sentidos que tiene que desarrollar desde que nace. Desde que viene al mundo el ser humano ha cuidado esos sentidos como verdaderos tesoros, pero pasado el tiempo no sé en qué momento dejamos de hacerlo. Entonces están tan relacionados con el mundo del arte que yo con la edad me he dado cuenta de que el camino es el mismo siempre para llegar a comunicarte con el público. Cualquier expresión artística vale porque tienen el mismo fin. Yo como músico me he dado cuenta de que puedo irradiar lo mismo a través del arte y la literatura. En este último caso surgió a raíz de grabar ‘Cantos de esperanza’ y ‘Álbum de juventud’ de Ángel Barja, que eran unas piezas pequeñas y exquisitas que sin querer me llevaron a imágenes de campos con flores, del aroma de una cosa bonita o de saltar a la comba. Empecé a escribir sobre esas piezas y me sentí como muy bien. Y a partir de ahí siempre que tengo oportunidad escribo cositas. Luego surgió que empecé a colaborar en la revista Epicuro de Aurelio Loureiro con una serie de relatos relacionados con la música y de lo que sí me he dado cuenta es que cuando me siento a escribir entro en un espacio de libertad en el que todo cabe», sostiene la profesora de piano y concertista, que con ello no quiere decir que esa libertad no exista cuando está interpretando música o componiendo, que también, sino que escribiendo puede hacer lo que quiera, como volar y dirigir desde las alturas la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak, como cita en uno de los relatos, o de repente sin más tener siete dedos en cada mano y con ellos interpretar con mucha facilidad la obra de Rachmaninov. «El tenía unas manos enormes y las mías son pequeñas. Quiero decir que me puedo inventar cualquier cosa. La literatura no tiene límites y en ese espacio de libertad me siento muy feliz».Belén Ordóñez considera que los relatos que forman parte de su primera incursión en el mundo editorial son una proyección de sí misma. «Yo no soy la protagonista de todos los relatos porque los pongo en boca de otras personas, pero transporto mi manera de ver la vida, mi manera de sentir. El libro lo iba a titular ‘Relatos en blanco y negro’ porque hay relatos muy luminosos que podrían estar en modo mayor y otros que son muy tristes que podrían estar en modo menor. Pero es un poco la proyección de lo que yo soy. Hay algunas cosas que tienen mucho humor, son cosas que a lo mejor me han pasado o me van a pasar, o cosas que me sorprenden, como cuando voy a un concierto y veo que en el programa de mano el curriculum del intérprete al que yo conozco no concuerda con la realidad al incluir acontecimientos que me consta que no funcionaron. En uno de estos relatos, sin hacer mención a nadie, al pianista le va creciendo la nariz de forma paulatina, como a Pinocho, diciendo mentiras. Es una manera de reírme un poco de las situaciones que veo tan raras, al igual que también está todo lo contrario. Hay otro relato en el que hablo del gran sacrificio que hay para llegar a ser un gran intérprete y que hay gente que huye del sacrificio en favor de la libertad y otros que se quedan ahí sacrificándose para luego no conseguir nada. Porque a la hora de interpretar como no tengas algunas licencias o no tengas desarrollados los sentidos, como yo digo, puedes ejecutar con mucha limpieza y mucha perfección, pero a la hora de la verdad eso no comunica nada. Me he puesto a escribir todos mis razonamientos a lo largo de todos estos años que llevo al lado de la música», argumenta la pianista y escritora, para quien el nexo común que une la escritura sobre un pentagrama y la que realiza con palabras sobre una hoja en blanco es la ilusión, que es extrapolable a todo lo que hace en la vida. «Cuando se me ocurre algo tengo que sentirme feliz y con muchas ganas de hacerlo. Entonces si es una partitura comienzo plasmando sonidos y si es un relato plasmando palabras. Pero me tienen que remover por dentro exactamente igual. Me tiene que conmover primero a mí. Luego puede gustar o no pero yo tengo que estar convencida al cien por cien. Y claro no es lo mismo escribir música que un relato literario, pero al final el halo que a mí me rodea es el mismo. Me gusta saber que con las armas de que dispongo puedo expresar la riqueza que tiene todo ser humano».

Preguntada si tanto a la hora de componer como de escribir ya lo tiene todo de alguna forma perfilado en su cabeza, Belén Ordóñez reconoce que no está todo en su mente. «Quizá pueda tener el momento, que pueda ser más melancólico, más alegre, más triste, pero en el momento en que me pongo tanto con las partituras como con los relatos o si hago cualquier otro tipo de cosas que me ilusionan se van haciendo por el camino, y algunas veces acierto desde el primer momento, sé hacia donde voy, pero otras veces una propia palabra me va llevando a otra y al final me monto una película que me sorprende, pero en realidad se va formando», asegura la docente y concertista de piano, que agradece al editor Héctor Escobar las facilidades que le dio para hacer realidad el sueño de publicar su primer libro de relatos. «Yo siempre digo que estar al lado de Héctor es como estar en un lugar en el que nada malo te puede pasar», señala Ordóñez, que continúa manteniendo su colaboración con la revista Epicuro, si bien la mayoría de los textos que aparecen en ‘Relatos entre notas’ han sido escritos pensando en el libro.

Belén Ordóñez no cree que el estado de ánimo provocado por la actual crisis sanitaria esté muy presente ni en los relatos ni en sus composiciones. «No he notado grandes cambios a la hora de desarrollar mi actividad. Dando clases procuro atender a mis alumnos de la misma manera, si bien es verdad que es algo más triste porque estamos más distantes. Sí me he dado cuenta, con mucha tristeza, de que hay muchísima gente que en su catálogo de diversión solo tienen un acontecimiento. No son capaces de hacer otra cosa. Solo saben divertirse de una manera y precisamente es la manera que está prácticamente prohibida. Es una pena comprobar que no tienen otras posibilidades de diversión. Me da pena porque es gente que ha estado siempre en ese lugar y yo no me había dado cuenta, con lo cual nuestra misión –yo al menos es lo que hago con mis alumnos– es intentar inculcarles diferentes maneras de hacer, de vivir y de ser feliz, porque si la única opción que hay es la que estamos viendo pues no tiene ningún sentido».

Para la pianista leonesa, ‘Relatos entre notas’ es su primera incursión en el mundo editorial y se muestra muy ilusionada. «Como soy profesora en el Conservatorio tenía preparada una presentación en el Auditorio Ángel Barja porque coincide que seis de los relatos que están en el libro son composiciones que tengo yo para piano. Entonces tenía previsto que alguién leyera alguno de los relatos, yo tocaría dos o tres, y poder contar con las palabras maravillosas de Avelino Fierro y Alfonso García. Podría haber sido ahora con el aforo muy limitado, pero creo que no era el momento. Lo que vamos a hacer este sábado en la Librería Universitaria es una firma de libros de 12:30 a 13:45 horas, que es lo que procede ahora. No sé lo que va a pasar, lo que sí sé es que me he metido a escribir una novela porque me está gustando mucho habitar en ese espacio de libertad que te comentaba antes. Escribir una novela es mucho más complicado y no sé hacia dónde me va a llevar, pero es algo que me divierte porque hay días que vivo más dentro de la novela que en mi propia realidad. No soy la protagonista de la historia pero como si lo fuera porque todo lo que le pasa al personaje es como si lo viviera en carne propia. La verdad es que la experiencia está resultando de lo más gratificante y como te decía al principio todo lo que sea desarrollar los sentidos siempre es bienvenido».  
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