12/11/2022
 Actualizado a 12/11/2022
Guardar
Sus ojos me fulminaron con la iracunda impiedad de una Medea ansiosa de sangre. Eran las consecuencias que me estaba acarreando acudir al teatro enfundada en anodina normalidad: trenca, vaqueros y jersey de lana. ¡Ay mísera de mí!, incurrir en tal ligereza cuando la ocasión requería ir ‘de tiros largos’. Una extraña en la corte de las vanidades.

Pero la pelirroja dama no perdió más tiempo en mi menudencia. Ella prefería centrarse en desplegar con contundencia su persona, en exhibir con generosidad los aderezos de su rostro y los estudiados y prominentes labios a juego con la abultada tersura de sus tiesas mejillas.

El hecho aconteció a la salida de un espectáculo teatral en el que ambas coincidíamos, en uno de esos halls donde a menudo la concurrencia se apelmaza con el objeto de saludarse, observarse y escudriñar lo que oculta la sonrisa aparente. Se desplegaban variedad de máscaras del gran teatro del mundo como aquellas de las que griegos y romanos se valían ‘per sonare’ entre la insoportable levedad de una multitud que les fagocitaba. Máscaras para escuchar los parlamentos de los personajes que han bautizado en lengua romance al ser humano como persona, la misma quiere encontrar su lugar en el mundo para sonar y resonar en esta vida que es sueño y quimera.

De los personajes teatrales Epícteto decía: «recuerda que tú no eres otra cosa que actor de un drama, el cual será breve o largo según la voluntad del poeta […] puesto que a ti solo te corresponde representar bien a la persona que se te destina». ¿Y qué es representarse bien a uno mismo? En mi opinión lo que Epícteto sugiere es un auténtico elogio a la autenticidad. Necesario rescatarlo en la era del postureo, ese al que tan bien describe Dani Martín en su canción ‘Mentira’: «Con la sonrisa que Dios me ha dado y mi manera de caminar, la chulería que yo he adoptado, ‘pa’ camuflar la inseguridad».

Y para camuflaje el que promueve el imperio de los efectos y filtros en las redes sociales.

Parece ser que ahora triunfa entre los usuarios una red social francesa lanzada en 2020 llamada ‘Be real’ que aboga por fotos en las que se capte la naturalidad del momento y que funciona pidiendo a los usuarios que compartan una fotografía de lo que sea que estén haciendo durante una ventana de dos minutos seleccionada al azar cada día.

Algunos la han tachado de excesiva mundanidad. Pero nada hay más humano que lo mundano, lo que sitúa lo cotidiano en lo prioritario. Aquellas pequeñas cosas que jalonan nuestro día a día. Ojalá triunfe la naturalidad de lo cercano. El drama o comedia de la existencia sencilla que el poeta de la vida tenga a bien otorgarnos.

‘Be real’.
Lo más leído