01/07/2021
 Actualizado a 01/07/2021
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Jesús, el del Evangelio, el del ‘trío y uno’, les dijo una vez a sus discípulos: «Es más fácil que entre un camello por el agujero de una aguja, que lo haga un rico en el Reino de los Cielos». Sé puede estar de acuerdo o no con el Cristo, pero, en este caso, me gustaría qué esto fuera verdad y que se cumpliera a rajatabla… Los ricos son ansiosos, incansables en su egoísmo. Son, casi todos, porque no es bueno generalizar en ningún caso, aún en el más flagrante, como el ‘Tío Gilito’, o como cualquiera de los protagonistas, negativos, de las obras sociales de Dickens, o como el ‘señor Burns, de los Simpson’. Los empresarios españoles, incluidos, por ahora, los catalanes, han demostrado esta semana pasada que golosa es la zanahoria puesta delante del burro. Se han entregado, con armas y bagajes, al señor Presidente del Gobierno, el doctor Sánchez, a cuenta de que les toque algo en el reparto de los miles de millones de euros que llegarán de Europa. Le han blanqueado sus aviesos tejemanejes con los indultos de los presos del ‘procés’, y se han quedado tan anchos. Volviendo al Libro Sagrado, tenemos el ejemplo de Esaú, que vendió su primogenitura a su hermano Jacob por un plato de lentejas. Algo parecido han hecho estos insaciables. O, mejor dicho, han invertido en ‘futuros’... Conociendo al susodicho, no me extrañaría nada que, llegado el momento, se olvidase del favor y les dejara con un palmo de narices. Aunque no; no lo hará. Desde que llegó a la Presidencia del Gobierno, se ha metido con casi todo el entramado que forma la sociedad del país; menos con los del Ibex 35. La señora Botín, presidenta del Santander, se deshace en elogios hacia el gobierno. Y las eléctricas también, por supuesto. La última bajada de la luz no va al debe de Iberdrola, ni de Endesa, ni de ninguna compañía eléctrica. Se hace bajando el IVA, con lo que el Gobierno tira piedras contra su propio tejado. Además, esta bajada beneficia solamente a las familias, que ya es bastante, pero se olvida de los autónomos, sobre todo. La peluquería de la esquina, el bar de debajo de casa, la cuadra de Rafa o de José Luis, seguirán pagando el kilowatio a pelo puta y tendrán que apretarse más, si cabe, el cinturón de castidad, porque este gobierno es casto, ideológicamente hablando, por supuesto. Pero, claro, ellos no son empresarios de postín con butaca heredada en el Liceo. La oligarquía catalana, y la vasca también, son, en el fondo y en la forma, fervientemente nacionalistas. Sus hijos y sus nietos son los que van a las ‘manifas’ que protestan por la presencia del Rey en su territorio, para luego, al acabar, tomarse un vermut en cualquier terraza de la Diagonal o de Licenciado Poza. Son los que apoyan, con dinero, al huido a Waterloo o al PNV, ese partido que manda tanto en Vizcaya que pone, por cojones, en la presidencia del Athlétic a uno de los suyos. Y el gobierno encantado…; hasta el presidente de la patronal sacó la lengua a pacer y manifestó que está de acuerdo con los dichosos indultos, para luego, viendo la que había armado, llorar por el «malentendido» generado. Esas lágrimas le han puesto en la primera fila de los pedigüeños, los que recibirán más pasta del gobierno de un dinero que no es suyo.

Y luego están los curas. Decía Baroja que «yo siempre he sido un radical, individualista y anarquista. Primero, enemigo de la iglesia; después, del estado; mientras estos poderes estén en lucha, partidario del estado contra la iglesia; el día que el estado prepondere, enemigo del estado». Don Pío sabía dónde estaba el enemigo: la iglesia, siempre la iglesia. Volviendo a Jesús, el del evangelio, si viviera hoy, no dudo que la emprendería a latigazos, como cuando visitó por primera vez el templo de Jerusalén, y echaría a todo el orden episcopal y al Papa a rodar por los caminos. No se puede desvirtuar más y tan a fondo los mandatos de Cristo. Se olvidaron, muy pronto, de los pobres y los menesterosos para caer en manos de los ricos y de los gobernantes. Justo lo contrario que había predicado Jesús. Lo de la Conferencia Episcopal es para mear y no echar gota. Me leí el comunicado, (sí, ya lo sé: soy un masoquista), y es una obra de arte de la diplomacia. Sí, pero no, aunque tal vez sí, pero no, no vaya a ser… Al final, siempre las medias verdades son bastante más dañinas que las mentiras. Los obispos, con perdón, no dicen la verdad ni al médico, ya no diremos al confesor… Uno quiere ver en esa sibilina redacción un capotazo al gobierno, que cobrarán, Dios mediante, negociando, en su momento, el pago fiscal y patrimonial, que, de producirse en términos de igualdad con el resto de los ciudadanos, tendría que ser monstruoso para sus arcas.

Uno, viendo estos sucedidos, no puede por menos que sentir vergüenza ajena, mucho sonrojo y unas ganas enormes de pedir asilo político en Burkina Faso, antiguo Alto Volta. Pasaré hambre, pero, al menos, perderé de vista a estos parásitos.

Salud y anarquía.
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