Bardem: lidere usted el reparto

Óscar Ramos
21/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Si hay una palabra que pueda definir, en esencia, qué es la ideología progre, esa es ‘hipocresía’. Ser progre significa liderar un partido filocomunista y vivir en una mansión de millonario. Añadan ustedes llamar «matones al servicio de los ricos» a las fuerzas de seguridad del estado y al mismo tiempo monopolizar los agentes disponibles de la zona para proteger tu mansión.

Ser progre significa denunciar la explotación laboral salvaje de Zara y Apple, escribiendo el twit desde tu iphone personal, tomándote una cañita tranquilamente en el bar, bien vestidito con ropa de don Amancio.

Ser progre significa promover el pánico entre la población por la supuesta correlación entre la emisión de gases y el calentamiento global, al mismo tiempo que vives en una mansión que en un mes genera más gasto en electricidad que la que generan el resto de ciudadanos en un año, o viajas de conferencia a conferencia quemando queroseno con el jet privado.

Ser progre significa denunciar intensamente la explotación machista y heteropatriarcal de todas aquellas democracias liberales que defienden la igualdad ante la ley de todos al margen de cualquier diferencia de género o tendencia sexual; pero callar como ramonetas sobre el trato que reciben mujeres y homosexuales en todos aquellos países de cultura no occidental donde realmente se encuentran oprimidos estos colectivos. Añadan ustedes, por ejemplo, cobrar una nómina de la teocracia de Irán, paraíso de mujeres y homosexuales, trabajando para su televisión pública; o acudir a una manifestación del Orgullo con una camiseta del Che, ingeniero de los campos de concentración cubanos a los que eran dirigidos los homosexuales de la isla.

Ser progre significa criticar la existencia de la única democracia liberal de Oriente Medio, Israel, sancionar cualquier ataque recibido por parte de cualquiera de los otros países medievales de alrededor y demonizar cualquier maniobra militar de defensa por parte de Israel. Toda esta crítica, por supuesto, desde la comodidad de un país capitalista occidental.

Podemos hacer también un ejercicio de memoria histórica para saber lo que significa ser progre. Don Jean-Jacques Rousseau, padre del colectivismo ilustrado iluminó a los docentes del mundo con su obra ‘Emilio, o de la Educación’; tan comprometido estaba el hombre con el humanitarismo ilustrado que no le quedaba tiempo para dedicar a sus cinco hijos, a los cuales abandonó en un orfanato. Don Carlos Marx pretendió despertar la conciencia de clase de los proletarios del mundosiendo un rentista pseudo burgués que no trabajó en su vida. Su camarada Engels compaginaba el hobby de promover el socialismo revolucionario con ser el dueño de una fábrica textil en Manchester, perfil exacto del burgués explotador que tanto criticaban.

En los últimos días, a propósito de la presencia del Open Arms en el Mediterráneo, el sector cinematográfico nos ha regalado nuevas perlas progres. Primero fueRichard Gere, que hizo un hueco en sus vacaciones para repartir unos víveres entre la tripulación y hacer la preceptiva foto, tras lo cual volvió a su ociosa vida de multimillonario, sin llevarse consigo a ninguno de los inmigrantes hasta donde sabemos. Javier Bardem debió sentir la llamada del espíritu progre y no tardó en arrimar el hombro y poner su granito de arena: pide al presidente en funciones Sánchez que promueva en la UE un reparto de los inmigrantes entre los estados miembros. Pues bien, don Javier, esta es mi propuesta para usted: promueva un reparto de los inmigrantes del Open entre los progres multimillonarios del mundo (solo con mirar a su alrededor en Hollywood encontrará muchísimos). Eso si, tenga en cuenta que a partir de ese momento dejarán de ser progres y empezarán a llevar una vida acorde a la ideología que promueven. Hagan y vivan como quieran, pero por favor no carguen sobre los demás las responsabilidades que ustedes mismos no están dispuestos a asumir.

Óscar Ramos es miembro del Club de los Viernes
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