13/11/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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¿A que bandera debería rendir pleitesía? Con lo ganso que soy, a la del Japón: es un puntazo. Pero no. ¿A la de mi pueblo?, creada artificialmente por un buen hombre y apoyada por un socialista de las Jons? No. ¿A la de mi provincia, con un león rampante sobre un campo carmesí? No. ¿A la de mi comunidad, con el susodicho león y dos torres robadas de un tablero de ajedrez? No. ¿A la de mi país, con dos franjas rojas y una amarilla que, mayormente, no sé lo que representa? No. ¿A la que está de moda, la republicana de la II República, tricolor, roja, amarilla y morada, éste en honor a los comuneros de Castilla, defensores de todo lo que un hombre cabal está radicalmente en contra? No. ¿A la de mi continente, un montón de estrellas, (resultantes de recibir un directo a la mandíbula, la II Guerra Mundial y sus secuelas), sobre un fondo azul oscuro? Desde luego que no. Entonces, ¿a cual? A ninguna. Mire usted, pollo, un servidor no cree en ninguna bandera. Es algo que me sale de la vena cava superior y no tengo antídoto. Las banderas, cualquier bandera, sólo sirve para exacerbar los más ruines y primitivos instintos de los hombres. Si no estás de acuerdo con mi bandera, eres mi enemigo. ¿Porqué? Yo no soy enemigo de nadie; en todo caso mi enemigo soy yo. Aquel que habla otro idioma, practica otra religión o le gusta el curry en vez del azafrán, es mi hermano, no mi enemigo. Es mi hermano porque tiene que soportar las mismas injusticias que yo, porque tiene que pagar el abusivo recibo de la luz, igual que yo, porque le hacen trabajar un montón de horas para cobrar, al fin y al cabo, un salario de hambre, porque le han recortado, a cuento de la crisis, las mismas prestaciones de sanidad o de educación, porque tiene que pagar la gasolina y el tabaco a pelo puta para que el estado, el nuevo Dios, pueda seguir financiándose, porque tiene que soportar, igual que yo, a los ineptos que esa tontería llamada democracia permite que nos gobiernen cada vez peor. ¿Para todo este desmán debo de seguir a una bandera? No, no y no.

Dicen los medios que Mas y su ‘valet’ la han preparado otra vez con el rollo ese de declarar unilateralmente la independencia. Menos mal que no lo hizo en el balcón de la Generalitat como su antecesor Companys, cuando dijo aquello de «Viva la República de Cataluña DENTRO de la Republicana Federal Ibérica». ¿Os suena? Es, simplemente, una memez, una salida de tono, una huida hacia Nunca Jamás, la patria idealizada de Peter Pan. Y lo hacen, ¡como no!, bajo una bandera hecha de retales. Toman las barras de la antigua bandera del Reino de Aragón y le estampan una estrella que es, al fin y al cabo, como el punto de la bandera de Japón: un puntazo paralelepípedo. El asunto no es baladí. Hasta hoy no ha costado ni un mal muerto, pero todo llegará, no tengáis duda. Lo que jode, por lo menos a mi, es que olviden, (no los de Mas o los de Junqueras), los otros, que son, o eso dicen, de izquierdas, muy de izquierdas, aquello tan fundamental de que «la patria es el mundo», no un pedazo de tierra. ¿Sabéis porqué no triunfó lo de Maciá? Antes de proclamar la tontería, se convocó una huelga general revolucionaria que no siguió ni el Tato. La CNT no la apoyó. Es lo que da el campo. Salud y anarquía.
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