28/10/2022
 Actualizado a 28/10/2022
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Como ya saben a estas alturas, el objetivo del Gobierno de la nación no es otro que mantenerse en el poder sea como sea y tal es así, que el PSOE estará dispuesto a tragar con cualquier propuesta que le hagan llegar desde sus socios nacionalistas y comunistas sean ésas más o menos descabelladas.

La mayoría de estas propuestas se traducen en simplemente más pasta para gastar en el País Vasco o Cataluña, mientras el resto de zonas de eso que llaman la España vaciada, nos tenemos que conformar con lamer los restos del plato del festín presupuestario.

Sin embargo, hay también otras propuestas que son un ‘trágala’ para el Gobierno que pueden tener más calado, como la reforma del delito de sedición, para permitir el regreso de Puigdemont cuanto antes y animar de nuevo a la desobediencia civil y otras, a priori, de menos calado, pero con más chicha de lo que parece, como la creación de federaciones autonómicas para participar en competiciones internacionales como es el caso de las selecciones vascas de pelota y de surf.

Ya me dirán qué interés hay, en este mundo cada vez más globalizado, en ser cada vez más pequeños con tal de ser cabeza de ratón en lugar de cola de león y poder portar banderas que cada vez representan a territorios más pequeños y a un menor grupo de personas, cuando el mundo va a otro ‘ritmo’ totalmente distinto.

Sin embargo, por desgracia, este comportamiento está dejando de ser exclusivo de los nacionalismos vascos y catalanes y conforme la economía se marchita y los políticos mediocres florecen, ciertos gobernantes en distintos ámbitos geográficos han aprendido la lección y enarbolan banderas y argumentos para enfrentar a la población contra un supuesto «enemigo» común que «nos roba».

Valga como muestra el actual alcalde de León que, por pura supervivencia política ante su partido, sacude en su propio interés un leonesismo rancio, excluyente y pesimista que hasta entonces venía capitalizando casi en exclusiva la UPL, para encabronar a los ciudadanos entorno a su figura e intentar reforzarse con el único objetivo de mantenerse en el poder, sin importar realmente las necesidades de los leoneses. Utilizar los sentimientos de los ciudadanos como impulso político en lugar de utilizar la política como impulso de los sentimientos de los ciudadanos.

A este tipo de políticos no les interesa que la cosa mejore porque sus argumentos perderían valor. Se quejan de lo que pudo haber sido y no ha sido mientras el mundo gira a una velocidad de vértigo y pierden trenes y oportunidades por no levantar la vista de sus ombligos. Con la digitalización y las nuevas tecnologías, las oportunidades giran a nuestro alrededor y solo necesitamos políticos que vengan llorados de casa y tengan claro hacia dónde nos debemos dirigir para entonces sí, utilizar el fuerte carácter leonés, nuestro orgullo y nuestro tesón, para conseguir forjar nuestro propio futuro, sin buscar fuera culpables de nuestros fracasos.
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