Bandazos naranjas

La política de Ciudadanos como ‘socio’ de gobierno en el Ayuntamiento de León se ha caracterizado por inesperados cambios de criterio en los momentos más comprometidos. El del presupuesto municipal, que ahora queda en el aire, es otra prueba más de ellos

Demuestra que toma decisiones no por sus criterios propios, sino en función de cómo reaccione la opinión pública.
31/01/2018
 Actualizado a 12/09/2019
Después de hacerse la foto y de felicitarse unos a otros por los presupuestos municipales (que, a su vez, fue media hora después de dar una rueda de prensa a solas para vanagloriarse de las enmiendas que habían conseguido añadir a las cuentas del Ayuntamiento), después de haber tenido el privilegio de acceder al borrador (algo que no pudieron hacer ninguno de los grupos de la oposición), Ciudadanos vuelve ahora a recular y a demostrar su falta de compromiso con las decisiones más delicadas de las que tiene que tomar el Partido Popular, al que conviene recordar que permite gobernar en el Ayuntamiento de León. Por eso, Ciudadanos es tan responsable, para lo bueno y para lo malo, como el propia Partido Popular de lo que suceda con las cuentas municipales, si se envían o no se envían al Ministerio de Hacienda. Son responsables porque queda más que en duda su capacidad para auditar la gestión de un partido que poco a poco está haciendo del oscurantismo su forma de dirigir los destinos de esta ciudad, y ese oscurantismo también cubre ahora al partido naranja, que demuestra que toma decisiones no por sus criterios propios, sino en función de cómo reaccione la opinión pública. Son ya demasiados ejemplos: el rescate del parking delHospital, la reforma de Ordoño II, el traslado del Conservatorio al campo de fútbol... A los políticos se les exige siempre permeabilidad, que escuchen lo que dice la calle, que sean flexibles, que reconozcan sus errores. Pero entre esa buena voluntad y los bandazos que ha demostrado el grupo de Ciudadanos en el Ayuntamiento de León hay una cierta distancia, una deslealtad hacia su ‘socio’ y una inestabilidad y fragilidad que no beneficia ni a su imagen ni, lo que más importa, a los leoneses.
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