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Balcones de la montaña

09/02/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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A pesar de la nevadona de esta semana en dos días se nos planta aquí la primavera y salen de su hibernación de sofá y tasca futbolera los miles de ejemplares de pisapraos, treparriscos, globeros y demás fauna de la familia de los domingueros. Ayuntamientos y asociaciones ya tienen cerradas las excursiones y las anuncian para que no se las pierda nadie porque en dos semanas vuelve la Champions, Madrid y Barca juegan en sábado y queda el domingo libre para “ir a la montaña”.

Estereotipos a un lado, celebro el reciente interés por los espacios naturales que ha propiciado la mejora de las comunicaciones, el abaratamiento del material y la mayor información disponible. Me gustaría celebrar que este aumento de facilidades hubiera supuesto también un aumento del sentido común, pero en muchos casos no ha sido así. La recompensa de llegar más alto no siempre significa mejores vistas o un mayor espectáculo y para muestra algunos ‘balcones’ accesibles para cualquiera medianamente acostumbrado a caminar y que son joyas paisajísticas.

Hablo del mirador de la Candamia, desde donde jugar a trazar el callejero de León, la Cruz de Vegas, para dominar todo el Condado al hilo del Porma, el Camino de San Salvador, con atalayas desde donde divisar las tierras del Bernesga, el Collado Algorri, accediendo por Valdorria, inmejorable balcón al bajo Curueño y al Torío y a los montes que los separan, y la ermita de Santa Catalina o la iglesia de Villaroquel para contemplar el Órbigo desde donde toma su nombre. También son miradores excepcionales las ermitas de Matallana de Valmadrigal (ermita de las avutardas), en los Oteros, o la de Castrotierra, en la Valduerna.

Para los más vagos que no quieren alejarse del coche, la atalaya de Valporquero ofrece vistas geniales del hayedo que remonta la pendiente y, según lo claro que esté el día, de todas las principales cimas de la Cordillera Cantábrica. Desde el Cueto Rosales se domina Omaña y se pueden contemplar, entre otros, Peña Ubiña y el Cataoute. El cueto San Bartolo es el vigía natural de Villameca y de la Maragatería y desde San Feliz de las Lavanderas se puede admirar el mar de pinos de la cepeda.

Todo gratis, a una hora o menos de la capital, para todas las edades y sin grandes complicaciones, aunque alguno habrá también que por querer descubrir al mundo lo que otros ya descubrieron se despeñe de espaldas por hacerse el selfie del año…
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