Secundino Llorente

Bachillerato Internacional

20/01/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Los miembros de la Organización del Bachillerato Internacional, que en 1968 lo fundaron en Ginebra (Suiza), no se podían imaginar que en medio siglo su programa de calidad para estudiantes de entre 16 y 19 años llegaría a más de 140 países y más de un millón de alumnos. El IB está cambiando la educación en el mundo y España no es una excepción. Todos los centros privados españoles de élite o ya lo imparten o están en periodo de solicitantes. La Consejería de la Junta de Castilla y León se ha propuesto que haya, al menos, un centro público por provincia. Los números lo demuestran. Cuando nosotros comenzábamos con el Programa del Diploma, hace seis años, había sólo cincuenta Colegios IB en España. Hoy la cifra se ha duplicado, 105 (75 privados y 30 públicos) y esperan la autorización otros 52 centros solicitantes.

¿Por qué tiene tanta demanda este Programa? Algún valor debe ofrecer para ser tan solicitado. Hace unos días, yo hacía la visita para la evaluación de un Colegio IB en la ladera del Tibidabo de Barcelona y en la reunión con un centenar de padres de alumnos aspirantes de cuarto de ESO pude entender la respuesta a esa pregunta. Ellos veían este Programa como la única solución segura y fiable en este momento. Ante la inseguridad y el caos en que se encuentra el sistema educativo español (y más en Cataluña) ellos se inclinan por un programa consolidado de una organización no gubernamental, que facilita la movilidad internacional de los estudiantes gracias a un currículo reconocido por universidades de España y de todo el mundo. Me entusiasmó comprobar el interés que tenían aquellos padres de cuarto de ESO en conseguir la autorización «ya» en este curso para que sus hijos pudieran aprovecharse de este Programa, a pesar de la fama de caro y exigente. Pero les interesa porque temen la futura selectividad al capricho de las distintas autonomías, prefieren un programa sencillo con una metodología muy diferente al bachillerato nacional: las ciencias experimentales se imparten sólo en el laboratorio y la relación entre el profesor y el alumno es diferente, mucho más viva y dinámica.

En mi opinión, aunque es cierto que el entorno educativo ofrece escasa competencia, la verdadera razón de que el Programa del Diploma del IB esté «arrasando» en España está en su propia filosofía: los alumnos trabajan unos perfiles de la comunidad de aprendizaje que les hacen indagadores, informados e instruidos, pensadores, buenos comunicadores, íntegros, de mentalidad abierta, solidarios, audaces, equilibrados y reflexivos. Todo ello con un nuevo planteamiento metodológico y con una firme y decidida capacidad de trabajo.

Si es tan evidente el éxito de este Programa del Diploma del Bachillerato Internacional la pregunta que nos hacemos los que vivimos en el mundo de la enseñanza suele ser: ¿Por qué no copiamos este molde?
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