Averaos en el ambigú

Puede que nos acantonemos en la esquina del ambigú y cuando nos sean capaces a despegar ya hayan venido los reyes, la verdad es que nos da lo mismo que vengan los magos, don Majestad, dos Majestacito o doña Leti, que dice Jesusín el del Diario —que se averó a ella en un premio— que no es verdad que esté de pasar hambre, que si se presenta a Miss Majestades él la vota. Que dice que es Manjar de Reyes. Y mira que no es sospechoso, que él antes de verla en persona también decía que había comido menos mondongoque el burro de Angelillo, que era vegetariano en su totalidad, como el muerto que fue a buscar la guardia civil de Vegellina, que para asegurarse de que no cometían error le preguntaron tres veces seguidas: «Cadáver, ¿estás muerto en tu totalidad?».

No les contestó nada pero como no contestó le dieron por muerto, que no se si está bien hecho, que ya ves lo que dice Nano el de Coladilla, cuando fueron a enterrar a uno de Valle, que ya estaba la caja para meterlo al hoyo y empezó a dar patadas y gritar: «¡¡¡Que estoy vivo!!!». Y como Don Ricardo, que menudo médico que era, había firmado el parte de defunción pues le dieron una patada al ataúd y le metieron para adentro: «Calla la boca, a ver si vas a saber tú más que don Ricardo». Y al hoyo.

Vuelvo al suco, que me esnorto. Que nos vamos a averar en la esquina del ambigú porque nos dijo El Niño, a la sazón ambigüero con carnet de manipulador de alimentos, que tenía sol y sombra como en las bodas antiguas. Que digo yo, ¿en las bodas que no ponen sol y sombra serán validas? Yo creo que es un matrimonio fallido, que dicen los modernos, pero no me meto que estas cosas dan calambre.

Total, que nos vamos a meter por el sol y sombra con el peligro de que nos pase como a mi hermano y An Gelillo ya hace muchos lustros. Que se metieron por el anís y tumba que dale hasta que dieron en vomitar en un sin fin, echaron la comida de la Primera Comunión, y después la hermana de Angelillo y mi madre estaban preocupadas porque decían que les había hecho daño la ensaladilla rusa. Claro, que el baño olía a anís que tiraba para atrás.