18/08/2022
 Actualizado a 18/08/2022
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Hay quienes me preguntan si no me aburro pasando las vacaciones en el paraíso redipollejo y mi respuesta se limita a un despreciativo gesto facial que en realidad quiere decir que en absoluto y que cuanto menos bulto, más claridad.

Lo cierto es que no hay tanto bullicio como estos dos últimos años, porque el fin de la pandemia ha hecho que recuperen su peso destinos con más predicamento en las redes sociales y en los que los rapaces no pueden llevar bañadores descoloridos o remendados, ni esquivar las vacas con la bicicleta, ni caerse y desguazarse las rodillas, ni estar hasta las tantas haciendo el mono en el medio de la calle. Lugares en los que harán amistades que durarán diez días, en los que lucirán como pequeños modelos de catálogo de ropa y en los que no aprenderán ni una décima parte de lo que harían en el pueblo con sus abuelos.

Cuando este humilde juntaletras no levantaba tres palmos del suelo, no había mejor campamento que aquel que empezaba en junio y acababa en septiembre, no había mejor torneo de fútbol que el que se jugaba sin árbitro y en una era o un en vetusto polideportivo de hormigón, no había mejor quedada que la de las noches de escondite y montañas de cáscaras de pipas en la acera, no había mejor aventura que la de marchar a dormir a la antigua caseta que los pastores tenían en el puerto cuando el lobo era el malo y las ovejas eran la mejor herramienta para evitar incendios.

Pero uno va creciendo y la vida cambia. Triste e irremediablemente, la vida cambia y en muchas ocasiones no para bien. Ahora la ‘mejor’ aventura es la de subir al desván para poder leer un wasap o salir a la calle para poder hablar por teléfono, es la de no reventar una rueda en los baches de la carretera (esa que lleva tiempo pendiente de que la arreglen los que presumen de gestión, gestión y gestión), es la de conseguir que este su periódico llegue a una hora decente al Mirasierra o la de no pasar toda la mañana en la cola del consultorio. Es la aventura de ver con claridad cada día que paso allí que nunca debemos descuidar el único sitio al que, por mucho tiempo que pase y por mucho que cambie la vida, siempre podremos volver.
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