Aventura didáctica

En el Bierzo tenemos autores que cultivan los más diversos géneros. Algunos han pasado por esta sección y otros pasarán, pero Pedro Villanueva, representa mejor que ningún otro ese espíritu didáctico

Manuel Ángel Morales Escudero
23/04/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Pedro Villanueva, mejor representante de la literatura didáctica.
Pedro Villanueva, mejor representante de la literatura didáctica.
E l género didáctico es un género literario cuyo objetivo es la enseñanza y la divulgación de ideas. Como tal, es un género más de la Literatura que se une a otros como la lírica, la épica y la gramática. Y dentro de la temática de aventuras para el público infantil y juvenil, los aspectos didácticos están presentes en muchas obras clásicas, entre las que destaca la obra de Carlo Lorenzini, más conocido por Carlo Collodi y su marioneta Pinocho. Entre los españoles, es sin duda, Félix María Samaniego, quien mejor destaca en ese espíritu didáctico que es, a la vez, claramente ilustrado y enciclopedista.
Articulista, político, polemista y buen conversador, como escritor, Pedro Villanueva se inicia con El Principio, un título muy adecuado para comenzar, editado por la Asociación Cultural Entremis, de Cerredo.

El libro lleva el subtítulo de Raíces celtas y es efectivamente, un cuento con afán didáctico y divulgativo de la cultura celta en el occidente asturiano.

El libro comienza con el encuentro mágico de dos niños, Daniel y Lucía, con un misterioso anciano que les cuenta una historia, la epopeya de Peleo, jefe de una tribu local y de su hijo Mael, que se enfrentan al ataque de El señor de la noche y de sus fieros lobos. Todo ello, rodeado de múltiples símbolos, como la lechuza, la luna y las estrellas, las piedras misteriosamente colocadas, los árboles que hablan...

Varias son las grandes influencias que se observan en la literatura de Pedro Villanueva que, como buen escritor es a la vez, un curioso lector y además, bibliófilo.

La primera se ancla en la tradición de los libros de aventuras en los cuáles los protagonistas son directamente niños y jóvenes como en Los hijos del capitán Grant de Verne, en la amplia serie de Enid Blytony sus Misterios, en Laura Lee Hope y su serie de novelasLos Gemelos, en Lisbeth Werner y las interesantes aventuras de Puck Detective, o en el inolvidable Jerry West y su memorable Los Hollister.

En todos ellos, la camaradería de sus protagonistas juveniles se une a su curiosidad y su interés por descubrir los secretos que están enterrados en el paisaje, las gentes y en cualquier ambiente que se muevan que con su mera presencia se vuelve extraordinario. La característica primordial de este tipo de relatos es que la aventura puede aparecer en cualquier momento y que los lectores pueden ser como los protagonistas de esos cuentos pues son como ellos, jóvenes y niños con padres y preocupaciones normales que pueden llevar, a poco que vean con otros ojos, una vida misteriosa.

El encuentro con el elemento extraño, como el anciano de El Principio es como el descubrimiento del mago en el primer relato de Las Crónicas de Narnia, de Lewis, El sobrino del mago.

Solo hay que saltar una tapia o en el caso que nos ocupa, sentarse a escuchar una historia para que la mente se transporte a otro lugar y a otra época.

La segunda es la contraposición del bien y del mal, una constante en la Literatura, que Villanueva recoge en ese enfrentamiento entre Peleo y Mael con el llamado Señor Oscuro, otra referencia al mal que bien pudiera recordarnos al Sauron de Tolkien, al Garfio de Barrie, a la bruja blanca de C.S. Lewis o a la Reina de corazones de Carroll.

En todos los casos, con mayor o menor intensidad, el valor y la lealtad se enfrentan al rencor, el odio desenfrenado, la maldad en suma. Y en todos los casos, el bien prevalece como una lección moralizante y didáctica.

La utilización de elementos de la mitología clásica es también una constante de Villanueva. Y eso se observa en la elección delos nombres de sus personajes como Peleo, el jefe de la tribu celta que en la mitología clásica es el hijo de Endéis y de Éaco, y padre de Aquiles, al que pone al frente de los Mirmidones cuando, por ser demasiado viejo, no puede ir a la guerra de Troya;de la lechuza blanca, el animal favorito de la diosa Atenea, que en el libro de Villanueva es la diosa Deva que, para proteger al poblado, se convierte en lechuza.

Es curioso que el instinto protector que le atribuye el escritor en su novela sea el mismo atribuido a Atenea, entre otros por Nilsson que observaba, en el origen del mito, a la diosa serpiente protectora de la casa, venerada ancestralmente en Creta. Esta Diosa se aparecía a los hombres en forma de pájaro y ejercía su protección y tutela sobre el príncipe de la ciudad, talmente como hace la Deva de El Principio con Mael, convirtiéndose en pájaro para advertirle del desastre que se advierte sobre la pequeña aldea.

Este gusto por los temas clásicos y su reinterpretación para el mundo de la literatura infantil y juvenil está muy presente en su último trabajo, La huella de Roma, editado por la editorial CSEDRELATOS.

El mundo de Roma está representado en muchos y buenos libros. En mi biblioteca guardo algunos clásicos, imprescindibles para conocer el gran imperio.

El fundamental Instituciones Militares de Flavio Vegecio Renato, esencial para entender el funcionamiento del ejército romano y de su pilar esencial, la Legión; El Mundo de los Césares, de Theodor Mommsen, todo un clásico que nos permite sumergirnos en la compleja sociedad romana de la mano de uno de los mayores eruditos en este campo.

La interesantísima obra de Gibbon, Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, que siempre me ha impresionado, sobre todo en la descripción precisa y literaria de la caída de Constantinopla, último bastión del imperio y, finalmente, entre los modernos, la magna obra de Yann le Bohec, El ejército romano, rigurosa y amena lectura que explica pormenorizadamente la organización del ejército que dio sustento a una sociedad y a un imperio del que somos herederos.

Imbuido de este espíritu de acercamiento a Roma, Pedro Villanueva construye un ameno relato en el que alos dos protagonistas de su primera obra, Daniel y Lucía, se les va a unir un tercero, Izan, más rebelde, introduciendo de este modo el elemento de evolución iniciática de los personajes a través de una experiencia extraordinaria.
Como en las obras de C.S. Lewis, el personaje más asocial se ve probado en el crisol de una aventura para que se descubra su verdadera naturaleza, que en el caso de Izan, esnoble y generosa, en realidad.

Los personajes se ven transportados al caer en un agujero a otra época, la de la extracción de oro en el paraje berciano de Las Médulas.

La historia sirve de excusa para crear un ambiente de aventura frenética en el que el lector descubre cómo era una explotación aurífera con el método de ruina montium, el sistema esclavista de la economía del Imperio y sus consecuencias ola estructura típica de una domus romana: «Un bonito y espacioso jardín hacía de parte trasera de la casa. Estaba poblado de flores llenas de color y aroma, había adelfas, rosas y violetas.

Dos filas de columnas de mármol blanco delimitaban el jardín. Estatuas de belleza helénica rellenaban los espacios libres del jardín. Cortinas mecidas por el viento se balanceaban haciendo del lugar un sitio de ensueño.
En medio del jardín se alzaba un gran olivo viejo, sentado al pie del mismo elmaestro griego Efestión leía concentrado un rollo de pergamino».

Al igual que en su primera obra, Villanueva utiliza personajes que tienen mucho que ver con la cultura clásica, como Jantipa, la jefa de la tribu de oriundos de la zona que se cubre con una piel de lobo, seguramente en relación con la mujer de Sócrates y el carácter feroz que la literatura clásica ha achacado siempre a esa mujer, una verdadera fiera para su esposo.

También en este libro se introduce el animal que acompaña a los niños, protegiéndolos.

El perro alano Dientes hace las veces del Buster de Enid Blyton, de la perra Nana de Peter Pan.

El animal doméstico, como amigo y compañero de aventuras, es un recurso clásico y es un guiño cómplice delescritor hacia el lector y hacia los maestros que le preceden.

La huella de Roma marca, de este modo, el camino de la obra de Pedro Villanueva, una obraque se ancla en la sólida tradición de la literatura de aventuras y que por su carácter didáctico se convierte en una lectura amena y llena de buenas enseñanzas.

Siempre es un acierto escribir sabiendo que estamos subidos a hombros de gigantes.

Entenderlo y poder extraer los frutos de ese entendimiento, es lo que hace Pedro Villanueva con soltura y maestría.
Lo más leído