AVE y rentabilidad

Aunque la inversión es descomunal, aunque no se haya desarrollado tal y como se planteó, el caso de León evidencia la importancia de contar con un tren de alta velocidad para un determinado territorio, a pesar de que hay mucho por mejorar

La rentabilidad del tren de alta velocidad no se puede medir únicamente en rentabilidad técnica sino en todo su impacto económico
27/06/2018
 Actualizado a 12/09/2019
Hemos concluido que los planes de la UE a largo plazo no se apoyan en un análisis creíble, no es probable que se cumplan y carecen de un planteamiento estratégico de alcance europeo». Así de contundentes se mostraron los auditores respecto a los planes de alta velocidad de Bruselas, en los que lamentan que la Comisión Europea haya destinado 23.700 millones de euros desde el año 2000 a la construcción de unas líneas que apenas tienen valor añadido europeo porque no han logrado conectar las redes ferroviarias nacionales entre sí. De ese total de inversión, el 47% se ha invertido en España (11.232 millones). Lo cierto es que el AVE, en términos de rentabilidad, está muy lejos de los objetivos planteados, pese a la importancia que tiene para un determinado territorio (el caso de León es más que evidente). Sin embargo, precisamente el caso de León encarna algunos de los males del tren de alta velocidad, puesto que no circula a la velocidad prometida por deficiencias técnicas y la reducción de la inversión ha hecho que la vía única y el fondo de saco de la capital reduzcan notablemente la frecuencias, lo que repercute en ese descenso de viajeros del que hablan los auditores y que, en el caso de solventarse, estas circunstancias vendrían a paliar los principales problemas que genera la infraestructura de la alta velocidad.
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