09/01/2020
 Actualizado a 09/01/2020
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A Madrid hay que viajar rápido, hay que volverse pronto que si se alarga la visita se corre el riesgo de quedarse allí para siempre. Que la gran ciudad se deja querer y adopta madrileños como nadie. A Madrid hay que ir con el billete de ida y vuelta, que no haya duda del retorno, que uno pueda comer en Callao y cenar en el Húmedo. Que tengan que volver, que no haya opción de seguir adelgazando un padrón cada vez más tísico. La provincia leonesa es la que más población perdió en el primer semestre del año pasado, 2.081 habitantes menos, duplicando el descenso del resto de provincias de Castilla y León. Por eso es tan importante que se mantengan los AVE que llevan pero que, sobre todo, devuelven a los que viajan. El desastre poblacional avanza a alta velocidad.

¡Qué nos quitan el AVE! Ha sido el primer revuelo del año nuevo desmentido vía comunicado por Renfe en uno de esos entuertos de los que nunca se sabe si fue desinformación malintencionada o hubo rectificación de la empresa pública. Muchos vieron la veta para estrenar los desagravios del Gobierno aun sin ministros y la lista de concesiones a los que invistieron a Pedro Sánchez desde las periferias. La primera trompeta del apocalipsis de la coalición. León sin AVE y sin autovía A-60. Voltean las campanas rabiosas tañendo a emergencia. Hay que hacer acopio de sacos de lentejas, de cecina y hasta de papel de vater. Incomunicados de las prisas, los agobios, del progreso e incluso de las oportunidades. Aislados y agonizando en el reino.

Iban a quedar los trenes Alvia, veinticinco minutos más torpes, que ahuyentan a los turistas y a los congresistas. Tanta estación sin AVE, tanto Palacio de Congresos. Sin esos trenes veloces que hacen Venecia de todas las ciudades. Abarrotadas de día, con procesiones que siguen paraguas, y vacías de noche, desoladas velando armas. Necesitamos velocidad, no tenemos tiempo, que la gente se muere deprisa. Veinticinco minutos ya no se espera ni por tu tierra.
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