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AVE de ida... y vuelta

18/10/2015
 Actualizado a 11/09/2019
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Os puede parecer que quiá (en lleunés, no), que no estamos en el siglo XXI porque por la calle andan los tunos («¿éstos cuándo acaban la carrera?», insiste Revuelta) o porque cuando los turistas preguntan dónde se puede tomar una copa les dicen que en el Grial.

Pero estamos en el futuro, camino del más allá. Te lo diré yo que como el billete era barato fui a Madrid en el AVE y engañé a la Renfe porque saqué billete de ida y vuelta y volví con la empresa Fernández de Martiniano. Yo soy muy de aprovechar las ofertas, me mandan a hacer los recados al Continente para que compre algo de fruta y salgo con una motosierra eléctrica más contento que dios. Me han llegado a durar dos meses.

Vuelvo al suco, que me esnorté. Que fui a Madrid (ellos sí que están en el futuro, en la su tele un tal Osborne entrevistaba a la nieta de Franco, lo pasaban más bien) y me bajé del tren y resulta que estaba cerrada la pensión a la que iba, una que hay a mano derecha según llegas, que daba pulpo de tapa. Y ni un mal cartel explicando qué pasa, si cierran por ‘andancio’, si se les rompió la pregancia, si son de un coro que canta misas mozárabes y tenían misa de a ocho, nada. Falta de profesionalidad ¡Cómo eché de menos a Alberto El Pajarín!, que tuvo muchos años restaurante en el medio de las Hoces de Vegacervera y tenía un cartel a la puerta que decía: «Este negocio no abre todos los días». Pues claro. Si estaba cerrado tenía una explicación. Me jodo en el Ave, que encima vuelve.
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