Secundino Llorente

¿Auxiliares de conversación? Bienvenidos, pero sólo son un parche

10/11/2022
 Actualizado a 10/11/2022
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Estoy convencido de que los alumnos que no pueden defenderse en inglés al finalizar el bachillerato son los analfabetos del S.XXI. He defendido en varios artículos anteriores que nuestros alumnos tienen que llegar a la universidad hablando inglés sí o sí, y para lograr esto es necesario entrar ‘a saco’, sin miramientos ni pamplinas para enfrentarse a los cambios en concursos de traslados, a un profesorado estable, a unos sindicatos que representan a ese profesorado y a unas asociaciones de padres que ya no pueden soportar más. La reforma tiene que ser profunda, no nos sirven unos pequeños retoques porque nos quedaríamos con la misma chapuza que tenemos. No podemos perder más tiempo. Cada generación que pasa sin esta competencia añadimos un problema. Las próximas generaciones de universitarios de Castilla y León lo están pidiendo porque lo necesitan. Es el momento de ayudarles.

Las competencias lingüísticas de España en inglés se sitúan todavía por debajo de la media europea: con 540 puntos, España ocupa la 33ª posición dentro del ranking mundial de inglés que ha evaluado la compresión auditiva y lectora de dos millones de personas en 122 países. El nivel de inglés en España sigue a la cola de Europa por detrás en una lista encabezada por Países Bajos (663), Austria (641) y Dinamarca (636), y en la que nueve de los diez primeros son europeos. Portugal, quinta, obtuvo 625. «Desde hace ocho años, el nivel de los españoles está estancado y no mejora, una situación preocupante que evidencia el fracaso de las políticas educativas». El problema de España no radica tanto en los adultos como en la gente más joven: Los mayores de 30 años han mejorado de manera constante desde 2015, cuando comenzamos a pedir datos por grupo de edad, pero los jóvenes no y, de hecho, los de 18 a 20 años han perdido competencias. Esto indica que el entorno laboral es un motor muy poderoso para la adquisición del inglés. Las personas usan el idioma en el trabajo, lo que les ayuda a mejorar; y necesitan el inglés para avanzar en sus carreras, lo que les impulsa a seguir estudiando. Por otra parte, la enseñanza bilingüe no está funcionando en la educación pública española. La comunidad de Madrid comenzó a implantar su modelo de escuelas bilingües hace 17 años, en 2004. Otras comunidades, como Castilla y León, la fueron imitando poco a poco y la novedad acabó por convertirse en todo un fenómeno: de los 240.154 estudiantes matriculados en esos programas en el curso 2010-2011 en las diferentes autonomías se pasó a 1,4 millones en el 2019-2020, un aumento del 498%, según informaba el pasado mes de julio EL PAÍS. Hoy, esta modalidad incluye a uno de cada tres niños españoles. Pero no todo son luces: casi 90 centros de Castilla-La Mancha, Castilla y León y Navarra se han salido de sus respectivos programas ante las dificultades de aprendizaje experimentadas por sus alumnos. Los niños primero deberían aprender a leer, escribir y hacer matemáticas y ciencias en su lengua materna, pero los estudiantes españoles luchan por aprender material nuevo en un idioma que no entienden. La principal causa esgrimida es el nivel de inglés de los docentes. No podemos olvidar que las dos condiciones que deben mejorar las escuelas bilingües son: «Empezar muy pronto, a los tres o cuatro años y, sobre todo, que los profesores sean expertos en la asignatura y totalmente bilingües en inglés».

¿Y qué papel tienen los auxiliares de conversación? Pues en este momento, cuando el profesorado está «tan verde», son importantes. Pero sólo son un parche. Casi 7.500 jóvenes de distintos países ayudan cada año a los alumnos a perder el miedo a hablar en otros idiomas y pensamos que son necesarios y aún escasos en la pública. El Auxiliar de Conversación es un buen complemento para los proyectos de bilingüismo desarrollados en el centro. Ellos ayudarán a mejorar la fluidez, la pronunciación y la comprensión oral de alumnos y profesores. La figura de la persona auxiliar de conversación en los centros educativos contribuye al acercamiento natural de la lengua y supone un incremento en la motivación para el aprendizaje de otros idiomas. Su perfil corresponde a una persona con título universitario reciente o estudiante de último curso, cuyas funciones específicas, siempre bajo la coordinación y supervisión del profesorado titular, van encaminadas a reforzar las destrezas orales del alumnado, la práctica específica de conversación y la enseñanza de la cultura y civilización del país objeto de estudio. En alguna oportunidad excepcional podrían atender a grupos reducidos de alumnos o ayudar en la preparación de exámenes oficiales de idiomas. A León llegaron este curso el 3 de octubre y trabajarán doce horas durante cuatro días de la semana y la queja es que son escasos. Otras autonomías, como la Región de Murcia presume de que incorporará a 363 auxiliares de lengua extranjera en los centros educativos el próximo curso y se han aprobado dos millones de euros para docentes nativos de habla inglesa, francesa, alemana, italiana y china.

Quiero dar la bienvenida a los auxiliares de conversación porque en este momento no dejan de ser un parche para que la rueda siga rodando, pero sería mejor una rueda nueva en la que todos los profesores de la sección bilingüe fueran «realmente bilingües».
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