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Atopinamos, muñeco a tierra

03/02/2019
 Actualizado a 13/09/2019
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Sucedió u ocurrió –que así lo decía Sidoro para darle más enfasis al discurso, lo mismo que te llevaba la contraria diciendo que «no es mentira, pero es incierto»– pues eso, que pasó en la noche que llegó al pueblo el huracánHelena, que dicen que nos visitó con más fuerza porque iba para Asturias pero no tenía dinero para el peaje del Huerna.

Y ocurrió que iba para el bar con la sed al 92% y ganas de un fervido caliente con azúcar que te saque el frío de la matriz. Pegaban las torvas en todas las direccionesde manera que te obligan aagachar la cabeza, para que la nieve turnie contra la gorra, y vas tirando para adelante por la rodera.

Ocurrió y hasta sucedió quebajaba por la misma rodera pero en sentido contrario –lo que técnicamente se dice yo iba y él venía– El Pedáneo de Almuzara, con la quijotera metida para el surco, cuando atopinamos y muñeco a tierra. Bueno, muñeco yo, que menudos cojones tiene la eterna autoridad, que ya os conté un día que de joven segaba los jabalíes a guadaña.

Nos miramos. ¿Hay que hospitalizar? Nada. Pues a seguir caminoy que nadie se entere.

Me acordé del famoso accidente de Perrona y Serafín, que fue lo mismo pero con linterna y guardia civil. Sucedió en aquella ocasión que ocurrió que estuvieron en el bar de Usebio hasta bien tarde, averados a la estufa, y cuando los echó pues marcharon, Perrona delante a pie y Serafín detrás en la bicicleta de hombre que le faltaba la dinamo. Ahí por donde el cementerio le echó el alto la pareja de la guardia civil, a Serafín, por no llevar luz. Y puestos a servir al pueblo pues le dejaron una linterna.

Bajaba Fín por la cuesta del Puente Santa María, conduciendo con una mano y la linterna en la otra. Vio la sombra de Perrona que iba de lado a lado de la carretera, siél iba para la derecha Serafín para la Izquierda y a la viceversa, pero como llevaban distinta frecuencia de curvatura –nos explicaron los guardias– hubo un punto en el que atopinaron. Muñecos a tierra, uno para la ribacha, otro para el hospital...

Y decía Serafín: «Si no anduvierantocando los cojones con la linterna».
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