¡Atención, spoiler!

No suelo ver series, ni películas, ni nada que requiera mirar atentamente a una televisión durante más de 10 minutos. Sin embargo, por azares del destino que la verdad no recuerdo, he seguido al día las últimas temporadas de Juego de Tronos.

He leído por ahí a algunos fans de la serie que notan «sensación de vacío» tras el final. Yo lo que noto más bien es una sensación de alivio, la de no tener que atravesar selvas de spoilers (el que te cuenten la película de toda la vida, vaya) cada lunes hasta ser capaz de sentarme a ver el capítulo que me han generado obligación de ver lo antes posible. Como no quiero ser igual que ellos, les adelanto que si pasan de párrafo se encontrarán algunas revelaciones (por cierto, ¿cuándo caducan? ¿se puede hablar ya del final de Titanic?).

A mí la verdad es que el final no me gustó, pero no por nada más que porque, ATENCIÓN SPOILER, ¡acaban votando para elegir al que manda! No teníamos bastante con dos elecciones en un mes para encima tener que soportar la pesada democracia en la ficción. Y es que al final va a ser cierto eso de que votar es el sistema que asegura que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos, y si no a ver quién se atreve a desmentirlo con tropecientas mil personas pidiendo que se rehaga el final... ¡de una ficción!

Pero como ellos también votan les hago otro spoiler sobre lo de este domingo: ganan los de siempre y no somos ni usted, ni yo.