02/07/2017
 Actualizado a 15/09/2019
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Pocas cosas hay tan hermosas como las praderas de altura cuando han florecido los gamones. A lo mejor esas mismas praderas cuando florecen los lirios, chiquititos y vistosos, tapizando el paisaje de azul malva. Me gusta la palabra gamón por su sonoridad y también porque nadie es capaz de explicar a ciencia cierta de dónde proviene a pesar de lo extendido de su uso. Es una palabra un tanto extraña que en nada se asemeja al nombre con el que la conocían los griegos, asfódelo, y que nada tenía de misterioso pues su significado, cetro, aludía al largo tallo que la hace inconfundible. Nunca sé cuándo comienzan a florecen los gamones. Imagino que dependerá de la altura de las praderas y que será a finales de primavera. Sus flores blancas, increíblemente hermosas, son como un milagro en el paisaje veraniego montañés. No me extraña que los griegos creyesen que un campo de asfódelos era como un paraíso. Un lugar tan deseable y tranquilo como para que en él habitasen las almas de los muertos. Es una tradición homérica a la que se alude en varias ocasiones en el canto XI de la Odisea, cuando el astuto Ulises desciende al inframundo y allí encuentra una pradera de asfódelos en la que tiene la oportunidad de volverse aver con su madre Anticlea. Con Aquiles, que no desea ser consolado pero al que alegra saber la suerte de su hijo. Con Ayax o con el ciego Tiresias, que le profetiza un regreso a casa duro y solitario. Con Sísifo, Heracles o Tántalo. Es un campo de asfódelos por el que deambula el gigante Orión portando su indestructible maza de bronce persiguiendo los fantasmas de las fieras a las que en otro tiempo dio caza en las colinas solitarias. Los gamones fueron precisamente las floresfavoritas de Perséfone. Las que mitigaron su penatras ser raptada por Hades y obligada a habitar en unmundo que no era el suyo que abandonaba cuando comenzaba la primavera y al que retornaba cuando el otoño planeaba sobre la Tierra. Con Perséfone llegaban, siguen llegando, los asfódelos a las praderas.
Crece estos días la Lunaentre jirones de nubes y yo salgo a la oscuridadde este verano que empieza frío, a ver el cielo. No se ve Orión. Pero ahí estás tú, nuestra Joaqui, en un campo tapizado de asfódelos refulgentes.
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