Ascensión al Cuíña

Las vistas desde el Cuiña son magníficas. Constituye la divisoria de aguas de los poderosos ríos Ancares y Burbia lo que permite ver, desde la altura, las estructuras de cabecera de ambos valles glaciales

Francisco A. Ferrero
06/11/2016
 Actualizado a 10/11/2021
Bajo la cumbre de Cuiña se localiza la laguna glacial de Pozo Ferreira.
Bajo la cumbre de Cuiña se localiza la laguna glacial de Pozo Ferreira.
La Sierra de Ancares, que sigue aproximadamente la dirección noreste-suroeste, es la divisoria natural de las provincias de León y Lugo y tiene tantos e importantes valores naturales como para que haya sido reconocida desde el pasado hasta la actualidad con numerosas figuras de protección. En 1971 la vertiente leonesa de la sierra de Ancares fue declarada ‘Paisaje Pintoresco’. Posteriormente, en 1973, se creó la ‘Reserva Nacional de Caza de Los Ancares Leoneses (León-Oviedo)’ que alcanzaba terrenos de la vecina Asturias. Muchos otros reconocimientos han recaído sobre esta sierra y su entorno geográfico; en los últimos veinticinco años merece la pena reseñar los siguientes: En 1991 se incluyó la sierra de Ancares en el Plan de Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León y en 1992 se inició el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Sierra de Ancares que afectó a los municipios de Candín, Fabero, Páramo del Sil, Peranzanes y Vega de Espinareda, y que fue ampliado en el año 2000 a los municipios de Villablino y Palacios del Sil, incluyendo así el Lugar de Interés Comunitario ‘Sierra de Ancares-Alto Sil’. En 2006 se nombró como ‘Espacio Natural de Sierra de Los Ancares’ y también fue declarada como Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

Resumidamente, la Sierra de Ancares es uno de los territorios españoles con mayor número de figuras de protección. Desde 1973, en que fue declarada Reserva Nacional de Caza, hasta la reciente declaración como Reserva de la Biosfera en 2006, ha recibido numerosos reconocimientos gracias a sus valores naturales. Más recientemente, se han iniciado procedimientos desde la Administración para que sea declarada Parque Natural (2001) y Patrimonio de la Humanidad (2007).
Lo cierto es que el topónimo «Ancares», aún siendo relativamente reciente fuera del ámbito leonés para nombrar tanto sierra como región, ha sido rápidamenteaceptado y extendido a otros ámbitos geográficos fuera de su cuna histórica. Los pobladores de Ancares, los ancareses, han sido durante siglos un pueblo arriero, de ahí que algunos autores parecen relacionar el término Ancares con la acepción latina ‘ancarius’ con el significado de «asno» o «mula», «animal de carga».

Según el Catastro del Marqués de la Ensenada, llevado a cabo desde 1749, figuran como parte de la jurisdicción de realengo «Valle de Ancares» las poblaciones de Candín, Pereda, Suertes, Espinareda de Ancares, Tejedo, Lumeras y Villasumil, pertenecientes al partido de Ponferrada. Más adelante, según el diccionario de Pascual Madoz, el valle de Ancares formaba parte del partido judicial de Villafranca del Bierzo y comprendía las 11 localidades siguientes: Candín, Pereda, Sorbeira, Villasumil, Suertes, Espinareda , Tejedo, Lumeras, Villarbón, Balouta y Suárbol. Por tanto, históricamente los once pueblos que configuran el valle de Ancares están contenidos en el propio valle, excepto los de Suárbol y Balouta que se encuentran al otro lado del puerto. En la actualidad, el topónimo Ancares comprende algunos valles adyacentes, como el de Fornela y otros que se descuelgan de la Sierra tanto hacia el lado leonés como gallego, por lo que en los últimos años se han ampliado enormemente sus límites.

Las razones de su reciente ampliación a las zonas próximas, tanto de León como de Galicia y Asturias, no son conocidas en detalle, pero responden más a razones políticas, geográficas, económicas y turísticas que a cuestiones históricas como se ha indicado. El inicio de la ruta es el propio aparcamiento del puerto de Ancares (conocido en otros tiempos como viejo puerto de Antero o puerto de La Magdalena), donde hay un letrero explicativo del itinerario a seguir y detrás un pequeño sendero. Aunque es mejor coger otro sendero a nuestra derecha, más marcado y concurrente con el anterior, que comienza en el extremo oeste del aparcamiento.
Lo ideal es hacer la ruta con buen tiempo y al amanecer, evitando el ascenso durante el riguroso invierno con presencia de abundante niebla, nieve o viento. Conviene recordar que por el puerto de Ancares entran, procedentes de la vecina Galicia, muchas de las borrascas que afectan al noroeste de la provincia de León y que invaden, por tanto, a la comarca del Bierzo lo que le confiere esa personalidad climáticatípica gallega. Desde aquí se continúa por un sendero que, siguiendo la dirección suroeste, nos conduce hacia el Cuiña.
Bordeamos primero por la derecha Peña Venera (1813 m snm) a la que es aconsejable su ascenso desde el collado de la cara sur, mucho más accesible que su frente norte. En la misma cumbre podemos observar socavones que constituyen calicatas mineras antiguas en busca de mineral de hierro.

En 1882 se inicia la investigación de los filones por parte de los ingenieros Soler y Thós. El filón, que sigue la dirección N 18º O y tiene un espesor entre 0,20 a 4 metros,al margen deóxidos e hidróxidos de hierro, contiene galena como mineral principal y como minerales accesorios blenda, pirita, calcopirita, sulfoarseniuro de hierro y algo de plata (galena argentífera). Bajo la ladera este de Peña Venera hubo minas pioneras de plomo (mina del Acebalín o mina Jesusín) y de hierro (La Venera o mina Pilar). Este último se trabajaba en la ferrería de Tejedo, donde parece ser que para el transporte se utilizaba un carro tirado por bueyes amaestrados que subían y bajan en continuo la pesada carga en solitario, sin guía, hasta Tejedo, donde se les daba de comer a cada trayecto.
Casimiro Martinferre en su excelente libro, «Aires de Xistra, Cuaderno de bitácora por el valle de Ancares», magníficamente ilustrado, nos lo cuenta así: «Las bestias hacían el trayecto de ida y vuelta, a su aire, sin auriga que las guiase. A la amanecida, en cuanto eran uncidas al carro, salían nerviosas, con premura por llegar al fucarón de la Venera, pues allí les esperaba el desayuno, un caldero de agua endulzada con miel y aguardiente. Bajaban alegres, el freno echado, prudentes pero impacientes por regresar a la herrería: les aguardaba una calderada aún más generosa». Una vez alcanzada la campa herbácea que hay en la falda de Cuiña, el sendero se bifurca. Uno desciende hacia la Laguna de Cuiña (conocido también como pozo Ferreira), y el otro asciende por la ladera norte hasta la cumbre. Hay que salvar unos 160 metros de desnivel en aproximadamente 500 metros de recorrido para alcanzar el techo de la sierra de Ancares.

Desde la cima la panorámica es grandiosa, ya que permite ver, en una sola perspectiva, toda la alineación montañosa que conforma la sierra de Ancares, desde las cercanas Peña Longa y el Mostallar, hasta Peña Rubia, allá en el lejano extremo suroeste.
La breve ascensión al Cuiña se puede complementar con la del acenso a las cumbres gemelas de El Campanario (conocido también como Dos Hermanitos). Solo es necesario continuar por la cumbre del cordal que separa ambas cimas, distantes poco más de un kilómetro. La única dificultad está en el tramo final a partir del paraje de Caleyón, donde hay que salvar unas paredes rocosas habitualmente ocupadas por el rebeco (Rupicabra rupicabra) la cabra montesa (Capra pyrenaica victoriae) que conviven en perfecta armonía en estos parajes y que dejan sembrado el terreno de estiércol con su característica forma de bola e impregnado el ambiente de su olor animal.
Desde las cumbres de Dos Hermanitos se divisa hacia el sureste, la traza de dos canales romanos que, por la ladera meridional, se dirigen a las balsas mineras del zanjón de El Corón, aguas arriba de la localidad de Burbia. Hay que recordar aquí que de los estribos del lado sureste de El Campanario, tanto de la ladera septentrional como la meridional, parten canales o acequias romanas (en esta zona conocidas con el bello término de «Las Antiguas») con destino a las explotaciones de la cabecera del rio Seco, en la cuenca del Ancares, y las del Corón y La Ridiosa hacia la cuenca del río Burbia. Arsenopiriras auríferas que fueron explotadas desde época romana, y que convierten tanto al río Ancares como especialmente el Burbia en extraordinariamente auríferos, aunque la fama la tenga el río Sil, pero lo es a costa a estos legendarios tributarios que le aportan sus sedimentos pesados.

Desde Dos Hermanitos descenderemos de nuevo por los marcados senderos del paraje de Peñas Apañadas hacia la laguna de origen glacial de Cuiña, algo represada artificialmente, lo que le permite mantener agua todo el año para el uso de la numerosa fauna, tanto doméstica como salvaje, que se alimenta de los herbazales del sector norte del Cuiña. Sobre los derrubios de ladera que abrazan su orilla, se puede localizar una pequeña fuente de aguas muy frías que mana de forma rastrera. El resto de camino discurre por los escalones turbosos, normalmente encharcados, donde descansaban los primeros neveros que formaron la amplia lengua glacial del circo del Cuiña, como lo atestiguan las marcas o surcossobre las pareces rocosas, que indican el sentido del movimiento de las antiguas placas de hielo que formaban el glacial del Cuiña.

De camino, podemos ver una pequeña caseta rústica (refugio del Cuiña) que está ubicada sobre un paraje con magníficas vistas al antiguo circo nival. Nos aborda la sensación de lo magnífico que sería pasar la noche entre sus muros y poder ver el cielo estrellado tumbado sobre la verde pradería.
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