"Aquí yace panza arriba O Cazote de Fonfría..."

Yo, Javier Martínez Pastor he muerto, decía la esquela del Diario de Cádiz que este militar había dejado redactada. Una idea que revolucionó las redes y se suma a una vieja tradición que también en León tiene su anecdotario

Fulgencio Fernández
16/09/2018
 Actualizado a 18/02/2019
La esquela de Genarín, en La Democracia. | L.N.C.
La esquela de Genarín, en La Democracia. | L.N.C.
Pa iniciar este reportaje y que quede claro el espíritu del mismo, alejado de cualquier falta de respeto a un fallecido, habría que acogerse a la sombra de la esquela del gran Miliki, el payaso de la tele, en cuya esquela se puede leer —enel apartado donde suele decir «Ruegan una oración por su alma»— «Ruegan una sonrisa por su alma».

Y es que esta semana se ha reavivado el tema de las esquelas curiosas con la aparición en el Diario de Cádiz de la que puede ser la primera esquela puesta por el fallecido, ya que se podía leer: «Yo, Javier Martínez Pastor, he muerto», para completarla simplemente con el lugar del entierro. La moda del momento, las redes sociales, ‘ardieron’ y se multiplicaron los comentarios del tipo «hay gente que no sabe delegar».

Es evidente que Javier Martínez la había dejado dictada y su familia cumplió con su deseo, seguramente la última broma de este militar, cuya familia explicaba en el mismo periódico que la publicó los entresijos: «’Era así’, ‘iba a contracorriente’, sostienen Arturo, María y Jaime Martínez Derqui sobre su padre, que quiso despedirse de esta forma tan poco común. ‘Sin necesidad de poner que era coronel de Infantería de Marina, ni mencionar a la familia, sin más detalles. Nada de florituras’, apuntan, sobre algo que marcaba también su carácter: era escueto, conciso, la parafernalia no iba con él». De ahí que la familia publicara una segunda esquela «al uso» como complemento a su última voluntad.
Cada 21 de marzo El País publica la esquela del aniversario de una mujer en la que su viudo le escribe una carta y habla de sus hijos
Y al hablar de él lo definen como «muy irónico». Es evidente. No es el único que ha llevado la ironía a su esquela o, incluso, a su lápida. El escritor leonés Julio Llamazares siempre recuerda una lápida que puede leerse en el cementerio gallego de Fonfría y de la que conserva foto: «Aquí yace panza arriba O Cazote de Fonfría, postura que le agradó mientras le duró la vida». Toda una declaración de intenciones de Herminio Villaverde, que así se llamaba O Cazote, y que fue un maestro del ‘arpa de boca’ (birimbao) y de la ironía... Como lo es otro un marmolista madrileño que enseñó al mismo Llamazares la lápida que ya había hecho son su propio epitafio: «Desde el parto hasta el infarto, lagarto, lagarto».

También un leonés apodado El Capi, Quiterio Corral, llevó a su esquela la explicación de su filosofía vital: «Viví como quise, morí como pude», una frase que respondía a su forma de estar en el mundo pues sus amigos recordaban entonces «era su verdad» e incluso había apuntado en una libreta que llevaba con él este texto para su esquela, que debía intuir cerca pues, recordaban, «estaba acudiendo a poner la quimio y seguía fumando».

Responden todas estas anécdotas a una teoría que mantiene un profesor leonés, Bernardino Martínez Hernández, de grato recuerdo para generaciones de periodistas que fueron sus alumnos en Madrid. Lleva muchos años coleccionando esquelas, ha publicado trabajos como ‘La muerte mensajera. Las esquelas de defunción como elemento informativo’, en los que sostiene que ofrecen una «importante carga informativa; en una sección del periódico tan leída como poco analizada. Información de todo tipo pues hay esquelas políticas, falsas esquelas, las históricas... y otro centón de divisiones posibles con mucha información».
Un singular editor leonés llegó a publicar la esquela falsa de su mujer viva para salir indemne de una acusación de ‘plagio’
Entre el anecdotario de falsas esquelas no puede faltar la publicada por un curioso y singular editor leonés, al que llegaron a apodar El Lara. Publicó un libro con el nombre de su mujer como autora pero todo «el interior» era de un conocido autor andaluz, a cuya editorial llegó a enviar el volumen. La respuesta fue un burofax anunciando la denuncia, el leonés no se arredró, fue al Correo Español de Bilbao y puso una esquela grande a nombre de su mujer, se la envió al autor ‘fusilado’ con un texto en el que le contaba que «estando en el lecho de muerte y siendo mis esposa una profunda admiradora tuya, etc, etc». Ni que decir tiene que le quitó la denuncia e incluso le pidió perdón.

También la esquela del famoso leonés Jenaro Blanco, el santo Genarín, le da la razón a Martínez Hernando pues durante mucho tiempo este documento aparecido en La Democracia fue la única biografía conocida del procesionado Jenaro. Ahora ya se conocen más datos, a través de otros documentos —como la partida de nacimiento— que ha venido publicando el periódico digital leonés ileon.

Seguramente la frase más famosa de una esquela sea la de Manuel Díaz Muñoz, en la que se incluía: «Manolo, no nos esperes levantado, ya iremos llegando, tu a tu aire», que entronca con la filosofía del epitafio más repetido y atribuido a Groucho Marx pero que no existe en su tumba: «Perdonen que no me levante», sacado de una de sus numerosas frases ingeniosas pero no escrita.
El epitafio más famoso ‘Perdonen que no me levante’ no existe; y la noticia más comentada ‘Sigue grave el minero muerto ayer’ no vio la luz
Como tampoco llegó a ver la luz, aunque sí existe, el titular más famoso relacionado con la muerte, en la vieja La Crónica. Mucho se ha hablado del ‘Sigue grave el minero muerto ayer’, mezcla de diversos titulares barajados en la tensa espera de un trabajador atrapado en el Bierzo. Pero lo vieron en la rotativa, pararon la edición y fue corregido, aunque sí aparecía en los ejemplares ya impresos... pero que no llegaron a los kioscos.

En los periódicos hay mucho material, como la carta que cada 21 de marzo desde hace casi tres décadas(falleció en 1994) le envía J.L. Casaus a su viuda —Elena Lupiañez , a la que llama Elenita— desde la esquela de aniversario en El País y en la que, sobre todo, le cuenta cómo va la vida de sus hijos, Boris y Yuri.

Otro titular curioso: ‘Fallece por segundo día consecutivo una mujer de 103 años’, que no quiere decir lo que se entiende sino que en Pontevedra falleció una mujer de 103 años y el día anterior había fallecido otra de 103 años.

Y, como hecho para colaborar en este reportaje, esta misma semana ha aparecido una esquela en la que un hombre es viuda de otro hombre y tiene mujer.
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