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Aquí y en Johannesburgo

19/09/2017
 Actualizado a 07/09/2019
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Hace unos días una cámara de seguridad de Johannesburgo captó el momento en el que unos delincuentes pretendían, a punta de pistola, robar el bolso a una mujer. La reacción de la víctima sorprendió a los ladrones, pues se aferró a aquel objeto como si la vida misma le fuera en ello, arrastrándose y pataleando sin consideración alguna al riesgo que suponía el arma.

Es evidente que aquella mujer erró al considerar su bolso al mismo nivel que su vida, pues ambos, bolso y vida, tienen existencias claramente diferenciadas, y el peligro de que la pistola detonara alguna de las balas de su cargador, bien por acción del matón, bien por accidente tras la sucesión de forcejeos y empujones, era tan cierto como que una vida es bastante más grande que un puñetero bolso.

El visionado del apenas un minuto que duraba la escena era verdaderamente angustioso, pero a mí me sugirió la comparación con la conducta de otros que aquí, y no en Johannesburgo, viven en los últimos tiempos aferrados a un metafórico bolso sin percibir el peligro de que, aunque sea por accidente, el arma llegue a dispararse.

Inmersos en una burbuja dialéctica sobre derechos y legitimidades, olvidan la realidad que los rodea, y con la que deben estar conectadas ambas cosas para que tengan algún sentido. Porque el derecho a decidir, como cualquier otro derecho, no es nada si no tiene contenido y garantías de su ejercicio, y no hay contenido si este derecho a decidir no está acompañado por un derecho a equivocarse, y no hay este último sin responsabilidad sobre las consecuencias. Por otro lado, imponer una legitimidad determinada es en sí mismo un decisión, y también debe ser escoltada del mismo relato de equivocaciones y responsabilidades.

¿Alguno de ellos ha pensado en las consecuencias? ¿Si la secesión unilateral tiene los efectos en las personas que algunos niegan, pagarán estos por sus mentiras? ¿De qué servirán las legitimidades y la integridad territorial si la convivencia pacífica desaparece? Aquí y en Johannesburgo, las pistolas están cargadas con algo más que humo.
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