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Aquí empieza el noroeste

21/10/2018
 Actualizado a 12/09/2019
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Hay muchas teorías sobre este asunto y ninguna demostrable porque estamos hablando de una mezcla de geografía y ficción. Una mezcla, por cierto, que está en el origen de la mejor literatura, como bien probó Miguel de Cervantes. Y bien, las teorías tratan de responder a una pregunta difícil: ¿dónde empieza el noroeste? Tres de sus lados están muy claros, conviene adelantar. Por el norte y por poniente es el océano Atlántico quien lo determina. Y por el sur, el río Duero.

Hacia el oriente la cosa se complica mucho. Algunos observadores lo colocan en el río Esla. Ese río sagrado de los astures –que por algo lo llamaban Astura– tendría, según tal tesis, una orilla en el noroeste, la derecha, y otra no, la izquierda. Es un argumento que parece muy feble. Porque los ríos unen más que separan (lo que, por otra parte, me contradice a mí mismo porque es muy posible que al sur del Duero, sobre todo del portugués, también exista una forma de ese Noroeste escurridizo).

Mi humilde idea es que el Noroeste llega hasta Zamora capital, ciudad muy leonesa. Y también abarca, claro, a la maravillosa Toro. ¿Y a la cercana Tordesillas? Pues parece que no, ni lógicamente tampoco a Valladolid. Ni a la formidable Medina de Rioseco. En cuanto a la Tierra de Campos, ¿es todavía noroeste? Ahí me sale la parte imperialista, y yo la incorporaría al mapa lírico, más que nada por no trocearla, dejando aparte a Palencia capital. Pero llevándonos el gran triunfo de Paredes de Nava, donde nació Jorge Manrique. Y así sus coplas serían del Noroeste, qué modo más vil de actuar el mío. Pero es que esas coplas valen mucho más que vastas y deshabitadas tierras del planeta.

Para cerrar el rectángulo queda concretar áreas muy confusas. ¿Acaba el noroeste donde confluyen Asturias y Cantabria? Probablemente no. Porque los Picos de Europa, en conjunto, no son troceables, y aplico la tesis de Tierra de Campos.Santander ya no es noroeste, eso no. Y luego viene, acaso, lo más difícil: una línea difusa entre los Picos y Tierra de Campos. ¿Tal vez podríamos elegir al Valdavia, ese río con nombre de cuento y de Babia, como límite? Ese río podría ser el límite entre lo castellano y lo leonés-noroeste. Es una posibilidad. Y dentro de esa demarcación quedaríamos los nueve millones de ibéricos que formamos el Noroeste. Residentes en un país que no existe en los mapas políticos, pero sí, acaso, en los de la piel y la mirada al mundo. Una geografía literaria que muchas veces es más auténtica y duradera que la real.
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