Apuesta por regresar a sus orígenes

Tras formarse y y trabajar lejos de su casa, Pilar Blanco y Silvia Cueto decidieron dar un giro a su vida para emprender en sus pueblos natales

Alejandro Rodríguez
08/12/2022
 Actualizado a 08/12/2022
A la izquierda, Pilar Blanco de la Quesería Praizal de Jabares de los Oteros y, a la derecha, Silvia Cueta, agricultora de La Milla del Páramo junto a su hijo. | L.N.C.
A la izquierda, Pilar Blanco de la Quesería Praizal de Jabares de los Oteros y, a la derecha, Silvia Cueta, agricultora de La Milla del Páramo junto a su hijo. | L.N.C.
Optaron por formarse o trabajar lejos del pueblo en el que nacieron, pero la falta de oportunidades y buenas condiciones laborales a raíz de la crisis económica en España a partir de 2010 y años venideros les hizo abrir los ojos y decidieron volver a sus orígenes emprendiendo en sus pueblos natales. Es la situación similar que han vivido Pilar Blanco y Silvia Cueto, que coinciden en que regresar al pueblo en el que crecieron es la mejor elección que han podido tomar.

Empezar de cero


En el caso de Pilar Blanco, de Jabares de los Oteros, que tras sacarse la carrera universitaria en Educación Social, vivió 14 años en Madrid desempeñando las labores en las que se formó y, posteriormente, volvió a León a trabajar en otra empresa. Sin embargo, explica que «fue en 2013 cuando decidí darle un giro a mi vida por las malas condiciones laborales por la crisis y con el apoyo de mis hermanos que tienen ovejas aposté por abrir mi propia quesería en Jabares».

Al respecto, asegura que «yo no tenía ni idea de hacer queso, mi primer contacto con este mundo fue en 2013 cuando hice un curso en casa de cómo hacer quesos. A partir de ahí, los dos años siguientes ya hice formación más especializada en agroalimentación y trazabilidad y, tras construir de cero un local en un solar de mi padre, vio la luz en 2015 la Quesería Praizal».

Ahora, siete años después, solo le ve ventajas a esa decisión que tomó. «Estoy encantada con la calidad de vida que tengo ahora en el pueblo y con el desempeño de mi trabajo porque soy la dueña de mi tiempo», asevera, a la par que confiesa que «al principio tenía miedo, pero además del de mi familia, me sorprendió mucho el apoyo que recibí de los vecinos que conoces de toda la vida, pero que gracias a la quesería los he descubierto como grandes personas». De hecho, ‘culpa’ es de sus vecinos de que produzca queso fresco ante su demanda, con el que ha logrado un bronce en los Premios Cincho. A mayores, este año ha logrado dos medallas en los ‘World Cheese Awards’, los ‘Oscars’ de los quesos, una de plata para su Praizal Bodega y otra de bronce para su pata de mulo. «Cuando abrí la quesería no imaginaba ganar premios», confiesa.

Siguiendo sus raíces


Por su parte, Silvia Cueto, de La Milla del Páramo, estudió Diseño Gráfico en Salamanca. Ante la escasez de oferta laboral en el sector, buscó trabajo y acabó varios años en un matadero cerca de su pueblo «pero ganaba 800 euros y no me compensaba por la cantidad de horas que hacía».

Ante esa precaria situación, decidió darle un giro a su vida. «Cuando se jubiló mi suegro que era agricultor, mi pareja, que es policía nacional, me animó a hacerme agricultora y la verdad es que ni lo dudé», detalla Silvia, que apunta que «la agricultura es con lo que he vivido desde pequeña, mi madre y mis tías se dedicaban a ello completamente y me parecía lo mejor seguir su camino».

Fue en 2018 cuando se dio de alta como agricultora cultivando principalmente maíz, trigo y girasol en La Milla y, desde entonces, resalta que «me vida solo ha ido para mejor». «Nunca pensé que me iban a salir tan bien las cosas. Tengo mis cuentas saneadas, por suerte, pese a haber hecho una gran inversión y encima gestiono mi tiempo como quiero», apunta la que también es responsable de la Secretaría de la Mujer en la organización agraria de Ugal. 

Un tiempo que para Silvia es oro porque ha sido madre de un niño que cumplirá en breve un año. No obstante, resalta que «estando en el pueblo, tengo la ventaja de que cuando me hace falta me lo cuidan los abuelos».

«Contenta» con su vida en La Milla, lo peor que ve de su trabajo es que sigue el riego a pie, «pero estamos en proceso de modernización y después todo va a ser más cómodo», concluye.
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