Al respecto, un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha establecido una serie de franjas de edad que nos ayudarán a determinar cómo debería ser nuestro ahorro. De esta manera, la primera discurre hasta los 40 años, mientras que la segunda comprende los 40-50. A continuación, encontramos las situadas entre los 50 y 60 y, finalmente, a partir de los 60 años. Analizamos todas ellas de inmediato.
Hasta los 40 años
En esta franja de edad, la OCU aconseja poner el foco en los seguros de vida-ahorro o en los fondos de inversión. Ten presente que, si mensualmente empezamos a ahorrar pequeños importes cuando somos jóvenes, podremos alcanzar la edad de jubilación con un mayor capital al haberlo invertido nuestros ahorros a largo plazo.
Según los expertos, quienes todavía sean jóvenes pueden permitirse primar la rentabilidad y arriesgar, en definitiva, un poco más, pues aquí nos encontramos en plena fase de acumulación y podemos aventurarnos financieramente.
Entre los 40 y los 50 años
Este es probablemente el momento de la vida en el que más nos sentimos abrumados por los pagos y las obligaciones contraídas, sobre todo si tenemos hijos. No en vano, no podemos pasar por alto gastos como la hipoteca, el colegio de los niños, el pago de las universidades, el crédito del coche…
La clave está en saber diversificar las inversiones porque la vida está repleta de oportunidades para invertir: fondos de inversión, acciones, obligaciones y otros activos de renta fija, etc. En suma, puedes seguir invirtiendo, aunque recuerda que conviene reducir el riesgo y preservar lo conseguido hasta el momento.
Entre los 50 y los 60 años
Aquí afrontamos una fase de reducción. Estamos a punto de jubilarnos y empezamos a disminuir el riesgo progresivamente e incluso en algunos casos es posible que se haya empezado a recuperar parte del capital invertido.
A partir de los 60 años
Queda poco para afrontar el momento de la jubilación y los ingresos es posible que se hayan visto reducidos en algunos casos. Ya no es momento de invertir, sino de disfrutar de la rentabilidad que nos ha procurado el dinero que en su día metimos en un fondo de inversión o en un seguro de vida-ahorro, entre otros.
Por lo tanto, los pasos que se pueden seguir y la actitud de ahorro e inversión en las diferentes épocas de nuestra vida varían a medida que vamos cumpliendo años. Sin duda, merece la pena considerar todo lo expuesto si contamos con un pequeño capital ahorrado y no lo necesitamos en el corto plazo.