Apostemos en serio por León, por Justo Fernández

En 1994, cuando abrimos el primero de nuestros centros, estábamos en crisis. Pero aquella estuvo relacionada con el ciclo económico y, como se sabe, este tipo de subidas y bajadas se producen cada pocos años y, tras un breve periodo, el resurgimiento suele ser incluso fortalecedor.

La crisis de 2008 fue más grave y se llevó por delante cientos de empresas y autónomos y sus consecuencias todavía se siguen pagando. En nuestro caso concreto, en esta ocasión sí estuvimos en riesgo, con un centro recién abierto, otro recién comprado y con caídas en ventas de dos dígitos.

En aquel momento hubo entidades financieras sobre todos Cajas de Ahorros, con Consejos nombrados en buena medida por  políticos del Pp, Psoe y Upl, que dejaron en la cuneta a un gran número de autónomos y pequeños empresarios mientras renovaban créditos que sabían que iban a ser fallidos, a ciertos cargos, atendiendo a quien sabe qué intereses.
Bien es cierto que la Banca en general salvó muchas situaciones, aunque en unas condiciones que nada tenían que ver con las que veníamos obteniendo, y avalando personalmente en la mayoría de los casos. Estoy seguro que ahora también estarán a la altura de las circunstancias tan duras que nos va a tocar vivir.

El escenario que se nos presenta ahora es muy complicado y con unas consecuencias impredecibles, no obstante, sigo pensando que ahora es el momento de unirse. Ya habrá ocasión para el análisis, las críticas y la asunción de responsabilidades. Estoy convencido de que autónomos y pymes de León saldremos de esta situación como hacemos siempre, y seguramente más reforzados. Habrá momentos muy complicados, pero seremos capaces de amoldarnos a la nueva realidad.

Es momento de dejarnos de cruzadas identitarias como la del alcalde de León, que sigue empeñado en dejar su impronta y, no contento con marear la perdiz con el leonesismo para tapar así las vergüenzas de no hacer nada, se le ocurre la idea de gastar medio millón de euros en Ordoño, ó 1,8 mill. en expropiaciones en lugar de apoyar a autónomos y familias en un momento tan delicado y destinar nuestros esfuerzos a tirar de nuestra tierra. Sí, la nuestra y no solo la de aquellos que se consideran mejores leoneses y nunca han hecho otra cosa que echar la culpa de nuestros males a los demás y nunca cuestionarse ellos mismos. Soy leonés sin un ascendiente de fuera de la provincia desde por lo menos cinco generaciones. Lecciones de leonesismo a mí, ni una.

No se me ocurre mejor forma de demostrar el amor por León que apostando por él, invirtiendo en él como hicimos mi socio Manuel y yo en 1994, volviendo de Madrid a creer en nuestra tierra.

Reclamemos hasta la extenuación lo que nos corresponde, pero no culpemos a los de fuera y asumamos de una vez que no hemos sido capaces de crear las oportunidades que nuestra tierra merece.