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Apocalípticos e integrados

16/03/2022
 Actualizado a 16/03/2022
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Me permito tomar un título de la obra de Umberto Eco, porque se ajusta a lo que está sucediendo en Ucrania y por otra parte, trata de la importancia de los ‘mass media’, que asumen un papel fundamental para conocer parte de la guerra emprendida por Rusia.

El escatológico libro de San Juan, nos habla de cuatro jinetes que en sus grupas llevan el hambre, la peste, la muerte y la guerra que, por sí misma, desencadena a las otras plagas bíblicas que acabarán con el mundo.

Galopan por las ciudades y los campos de Ucrania y asolan todo cuanto encuentran. Detrás un rastro de ruinas, sangre y desolación, a cambio de su vida, libertad y prosperidad que serán difíciles de recuperar. Una pavorosa huella de horror indescriptible.

No lo vimos venir, pero la amenaza estaba ahí, constante. La guerra ya estaba programada. Sólo faltaban los últimos detalles: empezar a matar. Y esperar un trágico final, que no sabemos ni dónde, ni cuándo acabará.

Apocalíptico es el infierno que vive el pueblo ucraniano, mientras asiste a la destrucción de su patria y el caos imperante que dispersa familias, pérdida de vidas y éxodos penosos entre el fragor de las explosiones. Miedo, miseria y confusión.

Si algo hay que admirar es la entereza de estas personas que, parten dejando todo atrás, con sus hijos, escasas pertenencias y un destino incierto, en busca de una tierra generosa donde puedan vivir. Una palabra tan gastada en nuestra sociedad occidental, que hoy es la única posible.

Una de las cualidades más llamativas de este pueblo es el amor a su patria y una dignidad extrema en su presidente –Zelenski– y sus ciudadanos. Un pueblo de valentía, que conserva su entereza y mantiene una lucha desigual. Toda una lección para España y Europa.

En cuanto al papel jugado por España, ha sido dubitativo y cicatero por la peculiar configuración de nuestro gobierno que lucha en distintos bandos.

El propósito era una tibia ayuda, con medicamentos... rectificando, para no quedar en evidencia ante los demás países aliados.

Saliendo del escenario bélico, hace unos días los nacionalistas pedían un desafuero como el desmantelamiento de las Fuerzas Armadas que parece ser que para ellos todavía son franquistas, después de casi un siglo. Pero los separatistas saben lo que dicen: sin éstas –cuya misión es la unidad del Estado– se acabarían los obstáculos para su fuga. En su estulticia, ignoraban que pronto las íbamos a necesitar para una causa justa, como ayudar a Ucrania. Aunque todo parece indicar que las ayudas que llegan del exterior van a ser insuficientes. Cada día caen soldados y a medida que siga esta sangría, puede que no haya hombres para disparar.

Puestos a hacer daño, tenemos a Borrell, un bocazas, que según denuncia el gobierno de EEUU, se fue de la mui y abortó el envío de una partida de 28 cazabombarderos de Polonia. ¿Se imaginan lo que supondría para el ejército ucraniano tal refuerzo?

El último capítulo que los medios nos han servido es el bombardeo a escasos kilómetros de la frontera polaca y el peligro que supone traspasar el marco bélico. Ya empieza a preocuparnos algo más la situación cuando hemos escuchado las palabras «Guerra Mundial» del Atlántico Norte del venerable Biden.

En el ultimo frente posible no estarán políticos que quieran lavar la conciencia. Sí estará la incondicional generosidad del pueblo español que espera con el corazón y los brazos abiertos.
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