Antonio Manilla: "Para uno de Cármenes no está nada mal"

El autor leonés acaba de ganar el XXI Premio Internacional de Poesía ‘Generación del 27’, dotado con 15.000 euros y considerado uno de los dos más importantes de España, junto al Loewe

Fulgencio Fernández
12/10/2018
 Actualizado a 18/09/2019
El poeta leonés Antonio Manilla. | MAURICIO PEÑA
El poeta leonés Antonio Manilla. | MAURICIO PEÑA
Creo que fue Picasso el que dijo aquello de que «las musas te pillen trabajando»; Antonio Manilla trabaja duro en la escritura —y la lectura— pero a buen seguro que las musas le pillan pescando. Es lo que hacía este jueves en el Órbigo cuando no dejaban de llamarle desde medios de comunicación de Andalucía —para desesperación de su compañero de pesca, El Chobo— y conocer sus impresiones nada más hacerse público que era el ganador del XXI Premio Internacional de Poesía Generación del 27, que concede la Diputación de Málaga, por su libro ‘Suavemente Ribera’. El galardón está considerado uno de los dos más importantes de España de poesía —junto al Loewe—en virtud de su dotación económica, 15.000 euros, y la publicación del poemario en la prestigiosa editorial Visor.

– ¿Cómo recibe Manilla la noticia?
– El miércoles, a las 12 de la noche, viendo una serie de televisión y muy extrañado de que alguien llamara a esas horas.

– Ahora toca decir que no lo esperabas.
– Vale. Pues no lo esperaba, pero lo matizo. Lo cierto es que no me lo acabo de creer porque es un premio muy importante al que concurre mucha gente pero, sinceramente, yo tenía mucha confianza en este libro y por eso decidí mandarlo a este premio.

– Tienes buen cartel en Málaga pues ya has ganado el Emilio Prados que es el ‘hermano’ de este Generación del 27 pero para poetas jóvenes.
– Sí, es cierto. Y me han dicho que sólo tres personas hemos ganado los dos. Un madrileño, Carlos Pardo, que escribe en El País; un catalán de Barcelona, Josep María Rodríguez y ahora un leonés, creo que para uno de Cármenes no está nada mal.

– ¿Qué te hace ilusión?
– Muchas cosas. Que es un premio que tiene trascendencia, como he comprobado hoy (por ayer) que no me dejaron de llamar en toda la mañana y se me han escapado varias truchas por ello; porque publicas en Visor que te pone en todas las librerías de España y por los ganadores anteriores, que te puedo decir que mirando la lista al ganarlo me he dado cuenta de que los he leído a todos.

– ¿Porqué tenías tanta confianza en ‘Suavemente ribera’?
– Yo soy crítico conmigo mismo y creo que es una obra importante, con casi 900 poemas, con muchos apartados... de contenido clásico. Es un libro muy currado arquitectónicamente, quiero decir, en la forma de componerlo.

– ¿Qué es una poesía de contenido clásico?
– Vamos a ver. La poesía además de un arte es una artesanía, quiero decir que para escribir poesía hay que tener los rudimentos básicos. Ya sé que hay mucha gente que escribe y no los tiene pero... es como si un pintor no sabe hacer la imprimación del lienzo, pues pinta y a los tres meses se cae la pintura, pues en poesía ocurre lo mismo.

– Hablas de siete apartados dentro del propio libro...
– Sí. Me gustaría hablar de dos de ellos para entender lo que digo. Uno es de epitafios, los textos que aparecían en las tumbas, que es muy clásico, ya lo usaban los latinos pero que también podrían estar inspirados en la antología de los Spoon River de Edgar Lee Masters, de principios del siglo XX. Yen otro apartado intento poetizar algo tan difícilmente poetizable la demotanasia, la muerte demográfica, la España vacía .

– ¿Cómo se poetiza un desastre así?

– Poetizo la soledad, el abandono de los pueblos que se mueren. Lo he titulado «espacios despoblados».

– El Jurado (presidido por la profesora de la Universidad de Oviedo, Araceli Iravedra Valea; con los poetas Ben Clark y Aurora Luque, y el director de la Editorial Visor, Jesús García Sánchez, ‘Chus’ Visor) argumenta la concesión del premio destacando la «potencia imaginativa de una obra que se enmarca en la tradición de un simbolismo depurado, reflejo del consumado oficio de su autor y la sabiduría de los resortes artesanales del poema».
– Pues maravilloso, no les voy a quitar la razón. Ya en serio, creo que viene a ser lo que te estaba contando. Cuando me lo comunicaron me contaron que estaban muy interesados en saber quién era el ganador pues les había sorprendido mucho el libro, aunque alguno creo que estaba en el otro premio, el Emilio Prados, con lo que si no se imaginó que podía ser yo quiere decir que algo ha cambiado en mi poesía desde aquel 2002.

– Hablamos de dos premios, pero has ganado más: El José Espronceda, el Ciudad de Salamanca, el Francisco Valdés, el Don Quijote, la beca Valle Inclán... ¿Creerás en los premios?
– Pues sí, yo creo en los premios, hasta el punto de que cuando mando un libro a un premio y no gana lo retomo, cambio cosas, lo depuro... Parte de este libro ha nacido así.

– Eres un gran lector, ¿en qué fuentes bebes? La famosa pregunta de las influencias que tanta gente evita.
– Yo no. Siempre las he reconocido y, aparte de los clásicos de la tradición española —Machado, Juan Ramón, la Generación del 50...— hay poetas actuales, como Miguel D’Ors, Sánchez Rosillo, Andrés Trapiello, pero este libro, por ejemplo, tiene influencia de muchas lecturas de poesía inglesa, conformando un tipo de poemas que no sabría definir, que son distintos, que tienen otro sonido, no son simbolistas exactamente, de la tradición simbolista...

– ¿Cómo eliges los premios a los que te presentas?
– Por lo apuntado antes; la importancia del premio, quién te lo publica para que tenga alguna trascendencia y por el Jurado, que te inspire confianza.

– ¿Feliz?
– Mucho.

– ¿Pican las truchas?
– Están entrando, si me dejas.
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