23/04/2022
 Actualizado a 23/04/2022
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Las películas de Ryusuke Hamaguchi se parecen a vivir. Es una afirmación grandilocuente, lo sé, pero vuelvo a leerla y me reafirmo: son películas que se viven. Para mí, de esta manera: con ellas vivo -y descubro- una vida que fluye oculta, como si fuera capaz de meter al menos un pie en el río subterráneo que está bajo lo que se ve. Por eso me parece que son unas películas que sirven para comprender la vida y a la vez para confirmar su inescrutabilidad.

Me pasó con ‘Happy Hour’ y me ha vuelto a pasar con ‘Drive My Car’. En las dos películas el peso de lo que no se dice -pero está siempre ahí, siempre- es tan grande como en la vida. Un silencio sobre cosas de alguna manera comprendidas o intuidas que se convierte a veces en una red de seguridad para muchas relaciones, y otras veces -diría que la mayoría- en una trampa.

Las horas, las vidas, están empapadas de ese silencio, y van avanzando sobre él, sobre ese río subterráneo, no se sabe muy bien hacia dónde ni para qué. Es lo que le ocurre al protagonista, Yusuke Kafuku, con su mujer, Oto.

Hay muchas escenas hermosas y llenas de sutileza en esta película, que es larga y es corta, también como la vida. Cito de memoria la que tal vez sea mi favorita. Ocurre durante una cena en casa de una pareja que trabaja con Yusuke, actor y director teatral, en la adaptación multilingüe que están haciendo de ‘Tío Vania’. Durante la cena, el anfitrión le pregunta a Yusuke qué le parece Misaki Watari, la conductora que, por seguridad pero en contra de su parecer, le han obligado a tener para su viejo Saab 900. Sorprendentemente, Yusuke reconoce que cuando está en el coche es como si se olvidara de que existe la gravedad, así de suave conduce ella.

Pienso: así querríamos que nos llevaran siempre, ayudándonos a amortiguar los golpes de la vida. Y tener muy cerca a personas antigravedad, porque hay otras que disfrutan con los acelerones o metiéndose en los baches, revolcándose en las dificultades. Pero sin olvidar tampoco que ésta es la postura cómoda y que alguna vez también debemos llevar nosotros el volante.
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