"Antes, para enviar a un enfermo al hospital tenía que estar muy grave"

Salustiano López-Contreras trabajó desde el primer día en la Residencia, el centro más avanzado de la época y que se caracterizaba "por el compañerismo"

S. Jorge
29/04/2018
 Actualizado a 10/09/2019
Salustiano López-Contreras, ya jubilado, fue uno de los primeros anestesistas de la Residencia. | MAURICIO PEÑA
Salustiano López-Contreras, ya jubilado, fue uno de los primeros anestesistas de la Residencia. | MAURICIO PEÑA
Cuando se cumplen 50 años de la inauguración de la Residencia Virgen Blanca, aún hay muchos profesionales que recuerdan esos primeros días en un nuevo edificio dedicado en exclusiva a la sanidad de los leoneses. Un ejemplo es Salustiano López-Contreras, uno de los tres primeros anestesistas de este centro, que rememora cómo fue el inicio de lo que es hoy el Complejo Asistencial Universitario de León tras la fusión con el Princesa Sofía.

López-Contreras explica que la Residencia fue el primer centro en el que se formaba a los especialistas, lo que ahora se denomina MIR, pero a la vez no tenía tanta fama como el entonces denominado San Antonio Abad, que pertenecía primero al Cabildo y luego a la Diputación de León. «El Virgen Blanca no tenía nada que vender, porque era de la Seguridad Social», señala. Y eso que se inauguró como el centro sanitario más avanzado del momento, con equipos que poco a poco fueron sustituidos por unos más modernos aún, pero se hacía más publicidad del Princesa Sofía puesto que interesaba más ya que era privado y dependía de las aseguradoras, a la vez que acogía los casos de beneficiencia de León.

«A la Residencia iban todos los enfermos de la provincia, pero no se le llamó hospital porque ese término no tenía buena fama, era como para la gente pobre», detalla López-Contreras. Y es que el Virgen Blanca nació para dar servicio a toda la población leonesa que antes debía ser operada en las clínicas privadas, que estaban concertadas con la Seguridad Social, propietaria e impulsora de este centro. «Pero todas cerraron porque se empezaron a atender en la Residencia, y sus médicos también fueron contratados aquí», apunta López-Contreras, que remarca así la importancia de un centro que nació con cerca de 200 profesionales y capacidad para algo más de 400 enfermos. «Había unos 80 médicos, más de cien enfermeras y cinco o seis personas de administración», rememora el que fuera también presidente del Colegio de Médicos y edil del Ayuntamiento con Juan Morano.

«Aparte de los cirujanos, había un internista y dos adjuntos», recuerda este anestesista, jubilado desde el año 1994, que entró en la Residencia después de sacar la oposición de la Seguridad Social del año 1967 y, por tanto, tenía ya cerca de una década de experiencia cuando empezó a trabajar en el Virgen Blanca. Este centro se abrió sin especialidades, como ocurría en aquella época: había cirugía general y traumatología, puesto que en el primer servicio se englobaba todo lo demás. Eso sí, los pacientes, que llegaban desde cualquier punto de la provincia en una época en la que apenas había cuatro ambulancias en toda la provincia, no producían aglomeraciones en este centro sanitario. «Antes, para enviar a un enfermo al hospital tenía que estar muy grave», asegura López-Contreras, de ahí que nunca hubiera colapsos como es habitual en la actualidad. Por tanto, eran casos de extrema necesidad, como las dos primeras intervenciones complicadas que recuerda de aquellos primeros días: «Un camionero que fue golpeado por una llanta y que sufrió una fractura de cráneo, y una cesárea; los dos se recuperaron bien tras la operación», agrega.

También recuerda «el compañerismo» de los primeros trabajadores, que se pretenden reunir el día 3 de mayo en una comida en el Hotel Conde Luna, y son los que lograron que desde el primer día los enfermos se sintieran como en casa, en habitaciones que solía haber como máximo dos personas. «En el Princesa Sofía entonces había salas con siete pacientes, que eran los pobres, o suites para ricos», asegura para comparar los dos grandes hospitales que había en los 60 y 70 en León.

La integración de ambos centros fue otro hito histórico para lo que hoy es el Complejo Asistencial Universitario de León, puesto que se inició en los años 90 con ciertas dificultades, ya que «todos los servicios querían mantenerse como hasta el momento», pero también, según señala, muchos querían ir a la Residencia porque «el Princesa Sofía estaba asfixiado». Es más, recuerda que los profesionales de este último cobraban más (con parte fija más lo que llegaba de los seguros), pero «las dotaciones eran peor», de ahí que «todos quisieran ir a la Residencia».
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