13/02/2015
 Actualizado a 13/09/2019
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¡Ya no hay nevadas como las de antes! o ¡Lo de nuestra infancia sí era nieve y hielo, quedaban muchos pueblos aislados! Pues aquellos días de la memoria son ahora verdaderos. Decía Julio Llamazares que «mi memoria es la memoria de la nieve. Mi corazón está blanco como un campo de urces». La nieve, las grandes nevadas, son una metáfora de la fuerza y la pureza del alma y la memoria de los hombres de las montañas. «Pero la nieve siguió cayendo mansamente y sepultó su memoria para siempre», escribía Julio en otro de sus poemas.

En mi memoria, los días de nieve son nítidos y luminosos. La espero y la deseo cada año. En estos días, la nieve embellece El Bierzo, el invierno se convierte en otra gran estación. Alguien con razón decía «aquí todas las estaciones son agraciadas». El frío y el agua en forma de nieve construyen un paisaje y un ambiente inolvidables. El blanco domina, unifica, limpia y engalana todo el territorio. En este blanco continuo las escombreras de carbón se unifican con el bosque, las canteras se ocultan y desparecen, la ciudad se mimetiza con su entorno. La comarca recobra una virginidad y una pureza natural perdida, la nieve reconquista lo salvaje y lo pretérito. La nieve redibuja la comarca. La Guiana, el Catoute, la Peña do Seo o el Miravalles nos recuerdan a lejanas y míticas cordilleras.

Los efectos benéficos de la nieve no son sólo estéticos. Después de la nevada la naturaleza renace con fuerza y energía. En esencia para la comarca es rigurosamente cierto el refrán: «año de nieves, año de bienes». Los años de nieve abundante son años de buenas cosechas y prósperos tanto para el campo como para el monte. La nieve aporta agua al suelo manteniendo la tierra húmeda y mullida, además sirve de aislante frente al frío. Los suelos después de la nevada están preparados para que la vegetación nazca o rebrote con toda su energía. Detrás de la gran nevada llegará la gran primavera. La nieve favorecen la producción de pastos en la montaña. También, la nieve y el frío fortalece los cereales, los frutales y las viñas.

Finalmente la nieve se convierte en la mejor de las aguas. Se filtra suavemente a las capas freáticas y su deshielo nutre lentamente acuíferos, ríos y embalses. Esta agua se mantendrá hasta el verano permitiendo que las hortalizas y frutas, que las castañas y las uvas sean abundantes y sabrosas. Detrás de la ‘nevadísima’ de este año nos espera un gran año de bienes. ¿Qué sería de las montañas y sus gentes sin estas grandes nevadas?
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