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Anguita, genio y figura

30/06/2020
 Actualizado a 30/06/2020
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Ha desaparecido de la escena social y política un personaje que ha suscitado el respeto de la ciudadanía y del mundo de la política. Alguien cuyo perfil debería ser considerado como pauta a seguir por todos aquellos que consideran que acceden a la política para representar a su país y resolver las necesidades de las personas.

Julio Anguita tenía una personalidad peculiar. Era una persona que se había hecho a si mismo con el esfuerzo que era necesario desarrollar en una familia normal, hijo de un suboficial del ejército, acostumbrado a vivir con sus abuelos gallegos en un momento de traslados que siempre afectan a los funcionarios militares. Nació en Fuengirola en el año 1941, estudió la carrera de maestro, se licenció en Filosofía y Letras, en la especialidad de Historia, ejerció su profesión, siguió la senda del marxismo y se presentó a las elecciones a la Alcaldía de Córdoba, donde residía, ejerciendo durante siete años (1979-1986). Fue secretario general del Partido Comunista de España de 1988 a 1998 y Coordinador Federal de Izquierda Unida de 1989 a 2000. Candidato a la Presidencia del Gobierno tres veces. Candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía, diputado autonómico y diputado nacional. Marcó la pauta de un movimiento de izquierdas comunista para conseguir una presencia relevante de los comunistas dentro del marco democrático y exponiendo una forma de hacer política con pautas razonables, dialogantes y dejando a un lado en momentos transcendentales la ortodoxia y la radicalidad, no sin abjurar de sus principios que se traducían en su celebre expresión de «programa, programa, programa».

Siempre fue respetado con sus rivales y colaborador en momentos importantes con partidos antagónicos como el Partido Popular cuando se le acusa de ejercer la pinza sobre el PSOE y éste se veía inmerso de escándalos políticos importantes.

Es inédita la fotografía de Aznar, Arenas y Anguita jugando al dominó en el Restaurante El Churrasco de Córdoba en una de esas entrevistas poco conocidas entre líderes.

Tremendamente directo en sus diatribas, irónico hasta el sarcasmo educado, documentado al extremo como buen profesor de Historia, en el que cada uno de sus parlamentos era una delicia de enseñanza y claridad meridiana de sus descripciones y siempre como norte la formación del ciudadano y no el enfrentamiento, cuestión ésta que ha querido siempre exponer a los alevines de Podemos, formación a la que dio su apoyo con advertencias importantes para su militancia y directiva, en la que algún dirigente mediático ya lo había jubilado como al Cid, en una declaraciones de revolucionario poco sereno y ético.

Anguita recibió un fuerte mazazo sentimental cuando recibió la noticia de la muerte de su hijo Julio Anguita Parrado, el 7 de abril de 2003, cerca de Bagdad, corresponsal del diario El Mundo, en la Guerra de Irak, cuando iba en un convoy militar estadounidense y sufrió el impacto de un misil.

Anguita manifestó serenamente: «Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen».

Muchas anécdotas protagonizó Anguita como ciudadano y como Alcalde y político en general. Era proverbial su aparente distancia pero su cercanía cuando la gente necesitaba de su apoyo. Sus paseos por La Corredera y relaciones en lugar tan singular demuestran el carácter de su persona. En Córdoba suscitó siempre lo que casi nunca se encuentra en un político: respeto, cercanía, honestidad, diligencia y eficacia. Buena prueba de ello es que de él han hablado siempre, tanto gentes de izquierdas como de derechas, de una persona que deseaba lo mejor para sus vecinos, como así se constató en la época en que tuvo las riendas de la municipalidad cordobesa.

Anguita en uno de sus vídeos, de los que se obtienen excelentes enseñanzas, al margen del matiz político dijo: «Hace falta serenidad, reflexión y sopesar razones de cómo salgamos del hoy será el mañana y pensemos que en el mañana estarán nuestros hijos y otras generaciones que tienen derecho a que no les dejemos miseria, dificultades y grandes problemas veces irresolubles».
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