Ángel Fierro: "Hoy triunfa la vulgaridad más banal"

El leonés acaba de publicar un ‘ensayo de relatos’, literatura y reflexión, que ha titulado ‘Super flumina’, una mirada sobre siete cabeceras de ocho ríos que viene a ser un memorial de pérdidas que hoy presenta en Riolago de Babia

Fulgencio Fernández
29/07/2018
 Actualizado a 18/09/2019
Retrato de Ángel Fierro realizado por Higinio del Valle.
Retrato de Ángel Fierro realizado por Higinio del Valle.
Ángel Fierro (Cármenes, 1941) viajó de aquellos impulsos juveniles de Claraboya y el seminario a la Cataluña de la emigración y el reconocimiento empresarial con alguna mirada furtiva a la literatura. Regresó a su tierra, luchó por su cultura, escribió su historia, recuperó sus tonadas, volvió a escribir, apostó por una nueva cultura rural en Picogallo y otras aventuras. Y desembocó en el desencanto de los nuevos tiempos. Su último libro, ‘Super flumina’, que hoy presenta en la Casa del Parque de Babia y Luna (18.30 horas)es un manual de pérdidas, olvidos, desazones y abandonos que ha centrado en siete capítulos de ocho cabeceras de ríos (Cea, Esla, Porma;Curueño, Torío, Bernesga y Luna y Sil).

Ya desde el título, en latín, ¿mandas un mensaje sobre el abandono de la cultura clásica?
– El titulo Super flumina (sobre los ríos) corresponde a la versión latina del salmo 136 del Antiguo Testamento, que recoge las lamentaciones de los judíos cautivos en Babilonia, en una de las primeras diásporas registradas históricamente. 2600 años más tarde, asistimos a la diáspora de los habitantes del mundo rural español, especialmente de las cabeceras de los ríos de la montaña cantábrica leonesa. Nada nuevo, una variante cíclica del abandono forzado del solar natal, por parte de una población mal dirigida, olvidada e incluso menospreciada por el Poder.

¿El latín?
– Este título latino, utilizado por escritores, músicos y artistas, orienta al lector sobre el carácter culto de los textos, lejos de ninguna autocomplacencia y en ocasiones claramente crítico. Es, en definitiva, una apuesta por la formación clásica, que tiende a la excelencia y el mérito, frente a la banalidad imperante y el falso igualitarismo que enrasa todo por abajo.

El subtítulo lo dice todo, ‘Memorial de pérdidas’ ¿Qué pérdidas? ¿qué pérdidas te parecen más graves?
– Intento un recuento quizás no exhaustivo, pero minucioso del cataclismo ocasionado por los modernos modelos de vida en nuestro entorno rural. La relación o memorial de pérdidas alcanza una magnitud dramática: creencias, valores, lenguaje, tradiciones, trabajos, aperos y herramientas, órganos de autogobierno, cultura inmaterial… y finalmente los propios habitantes, que fueron aventados como paja, dejando el territorio vacío y sin capacidad alguna de emprender algo, como pedía Ortega. Parece claro que la pérdida del tejido comunal puede considerarse la más importante, siendo las demás subsidiarias o consecuentes de la propia despoblación.

¿Has encontrado alguna respuesta a la pregunta de tu tío Santiago El cojo hace casi un siglo, ¿a quién importará esta noche que llega?
– Los escasos textos manuscritos de mi tío Santiago, que dejó en Barcelona antes de partir para el exilio y su posterior muerte en el Campo nazi de Gusen (Mathausen), se inclinan a la izquierda, como atraídos por una querencia jacobina que desease reafirmar su ideario. En las pocas notas que mi familia rescató y conservo en mi archivo, inicia un inventario del declive de las comunidades rurales, en una fase apenas perceptible, pero que él vio llegar con enorme intuición. Quizás quiso extender su certificado de defunción y, de paso, resaltar la miopía e inacción de los Poderes, la insensibilidad de algunos, el insuperable egoísmo y estupidez de muchos.

¿A quién importará esta noche?
– Se lo pregunta Santiago, y esboza una respuesta: quizás solo a los espíritus más vigilantes, para quienes la más pequeña pérdida es un peldaño hacia la nada. Quizás a nuestros hijos – Santiago no los tuvo, pero los niños del territorio tomaron su relevo -. Si alguna vez aciertan a meditar sobre sí mismos, verán que tienen el corazón vacío. Dondequiera que estén se encontrarán más pobres, más desvalidos, más indefensos ¿A quién importará esta noche que llega?: Quizás importe a la esperanza.

¿Ya llegó la noche; peor incluso de la que se podía imaginar él, que murió en un campo de concentración?
– Santiago murió devorado por la barbarie. Quienes lo hemos sobrevivido hemos asistido a la llegada de la noche, que él intuyó. Los visionarios, viven, como los poetas, en un espacio atemporal, donde la intuición supera a la tecnología. ¿Qué oscuridad peor podría alcanzarnos que la pérdida de toda nuestra identidad, las raíces y fundamentos de nuestra razón de ser?

Regresas en ‘Super flumina’ a ese número siete tan cargado en simbología en nuestra cultura y viajas en siete relatos a las cabeceras de ocho ríos, cada uno con una mirada, ¿alguno se salva del olvido y la despoblación?
– Este círculo del siete es, efectivamente, una querencia o estructura que organiza mi concepción del mundo. Quizás mi mejor descripción del territorio y sus personajes se encuentra en mi novela ‘El contador de vientos’, donde la numerología del siete aparece de modo recurrente, en los siete días de la semana, los siete brazos del candelabro, las siete notas musicales, los siete vientos de Jerásimo, los siete sabios de Grecia, las siete palabras de Cristo en la cruz, o los siete reyes que fueron contra Tebas. Dice el Génesis que el séptimo día Dios descansó. Quizás su descanso no ha terminado. Viniendo a tu pregunta, no me parece que ninguno de mis 7 relatos (sobre 8 ríos leoneses) exprese esperanzas claras de regeneración, aunque habría que contar con que el descanso bíblico llegase a su final.

Recuerdas en tu río, el Torío, cómo hace décadas hubo un intento de poner el pueblo a andar y no fue posible ¿imaginas qué pasaría hoy?
– Cuéntamelo tú mismo, que has tenido el coraje de seguir viviendo allí, cuando los demás tuvimos la cobardía de partir.

Las reflexiones del libro están plagadas de referencias culturales de todo tipo: Luis Mateo Díez, Gutiérrez Viejo, Umberto Eco, Caro Baroja, Julio Llamazares, Paul Celan… ¿hemos escuchado las voces equivocadas y silenciado a las lúcidas?
– El libro refleja no solo mis vivencias personales sino las atentas lecturas de los maestros del ensayo, la novela, la poesía, la historia o la filosofía. Por supuesto, mis referencias son la inteligencia y la sensibilidad, la cultura y la ética, en todas sus manifestaciones. La sociedad no va ahora por este camino, sino que triunfa la vulgaridad más banal. Es un mal precedente para revertir la situación.

¿Hay responsables de este largo memorial de pérdidas?
– Muchos, sin descartarnos a nosotros mismos. Quienes se aventuren a leer sus páginas los encontrarán con nombres y apellidos.

Ya sin pregunta viajo a una respuesta en forma de un trozo de su texto final, su Coda airada, donde recuerda que el último capricho de los urbanistas es pagar por pasear junto a un rebaño de cabras. A estos paseadores dice: «... cerrad todas las minas;traed la leche de Holanda;las patatas de Egipto; el trigo de Kansas y el maíz de Minnesota; las lentejas de Canadá; la lana de Australia; el reloj de Suiza; el móvil de Corea... Comprad las manufacturas en las tiendas de chinos; apagad los molinos y caleros; vended el derecho a tener vacas;dejad de convocar el Concejo abierto; dejad de hablar, excepto por wasap;afiliaos a alguna Cofradía, Partido o Sindicato para que los fanáticos marquen criterio y los ladrones os den clases de ética; pedid que sepulten vuestro pueblo bajo un pantano (...) 
Id a vivir entonces al extrarradio, o, mejor, dejaros morir sin más tardanza».

Advierte Fierro que no es una orden.
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