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"¡Andrés, llena aquí!"

13/05/2020
 Actualizado a 13/05/2020
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Cuando lea estas líneas, estaré por la ciudad después de 60 días sin haberla pisado. ¡Imagínese! Pero no piense que me va a encontrar en Santo Domingo con un par de gallinas en un cesto, un ramo de amapolas y las madreñas por la previsión de lluvia (aunque no faltarán en el petate el cartón con la docena de huevos de rigor, un par de tajadas que sobraron del pollo de corral que se guisó en casa el domingo y una bolsa de filetes de la ternera que criamos anualmente para el gasto). He de reconocerle que no me hace especial ilusión entrometerme en estos tiempos que corren en los asuntos de la urbe, pero el teletrabajo en el medio rural es una quimera que ha superado con creces mis niveles de paciencia. Me consuela pensar que será por pocos días y que volveré de nuevo al punto de partida de las historias que cuento, el sur de León. Desde allí tendré que darles cuenta de cómo va a ser ese momento en el que Andrés, el regente del bar de mi pueblo, suba todas las persianas del local con el mostrador de las tapas a reventar y el grifo de la cerveza en su punto. He de reconocerles que las imágenes de los bares abiertos en aquellas zonas donde pasaron de fase me dieron algo de envidia (de la mala) pero me consuela saber que queda menos para que llegue ese momento. No sé cómo se las habría arreglado William Faulkner, Ernest Hemingway o Truman Capote para escribir en un confinamiento como este sabiendo que a ellos la inspiración les llegaba cuando sonaban los hielos en el vaso y les arrullaba el gentío de un local animado. Tampoco les hago en casa con el pijama, la bata y las zapatillas de cuadros, la indumentariade quienes han obviado en estos tiempos el salvoconducto del oficio de periodista para «andar y contar», que diría el maestro Chaves Nogales. A José Hierro la poesía le llegaba «al hilo del vivir». De ese hilo nacen las mejores historias, las de la gente con vidas ordinarias que no sabían que eran extraordinarias, como acostumbra a decir Fulgencio Fernández, otro experto en salir, ver, contar y escribir desde cualquier rincón de León. Juan Tallón supo expresar a la perfección en ‘Mientras haya bares’ la importancia que estos tenían para un pueblo. Les da por cadáveres cuando no tienen un barra abierta. En mi pueblo estamos deseando resucitar para entonar con más fuerza que nunca: «¡Andrés, llena aquí!».
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