Andrés Calamaro: "Una buena canción resiste sin guitarras"

La tercera parada de su gira ‘Licencia para cantar’ le trae a León el próximo 13 de mayo. Acompañado por un "trío de categoría", ofrecerá un concierto más ‘desnudo’ de lo que acostumbra, sin las "estridencias" del grupo eléctrico y en el que promete "exprimir" lo mejor de él

Rosa Álvarez
12/04/2016
 Actualizado a 16/09/2019
Andrés Calamaro visita León el 13 de mayo dentro de su gira 'Licencia para cantar'. | L.N.C.
Andrés Calamaro visita León el 13 de mayo dentro de su gira 'Licencia para cantar'. | L.N.C.
Estrena disco y gira. Andrés Calamaro se reencuentra con los escenarios con un formato de conciertos nuevo para él y con el que espera cosechar «buenas sensaciones». Confiesa vivir una etapa más «reposada» en su vida, pero mantiene intacto el espíritu crítico. «Hay más promoción para cocineros y tertulianos que para guitarristas o toreros», lamenta.

– Llega a León en la tercera parada de su gira ‘Licencia para cantar’, que promete ser –en la línea del disco– más íntima, más ‘desnuda’ en cuanto a sonido que las anteriores. ¿Estamos ante un Andrés Calamaro más reposado? ¿Qué espera de este nuevo encuentro con los escenarios?
– Soy un tequila reposado. Ciertamente sí. En León me presento con un trío de categoría para cantar sin la armonía estridente del grupo eléctrico. De corazón vagabundo y ciudadano del mundo. Espero tener buenas sensaciones en el escenario y encontrarme con auditorios colmados.

– La última vez que visitó la ciudad fue en 2009. Entonces la Plaza de Toros vibró con una gira enérgica, la de ‘Andrés, obras incompletas’, mientras que esta vez será el Palacio de los Deportes el que acoja un concierto de los de escuchar y disfrutar sentado, propio para sonar en teatros y auditorios. ¿Qué encontrará el público de ahora del concierto de hace siete años?
–Aquella fue una buena gira. Supongo que habrá gentes que prefieran sentarse y escuchar un concierto en el silencio de la cuarta pared. Es posible que servidor eche de menos el batifondo humano de los conciertos grandes porque el público encendido ayuda. Para mí es una novedad también, pero espero exprimir lo mejor de mí.

– Romaphonic Sessions nació como ensayo, como una grabación informal. ¿En qué momento se dieron cuenta de que el resultado podía funcionar por sí solo y de que lo que tenían entre manos sería su nuevo disco?
– El disco es una grabación anterior al ensayo. Los ensayos fueron mas sofisticados porque involucraban una armónica solista y una guitarra acústica. Grabamos para que lo escuchen tres personas y cuajar unos ensayos previos a un concierto en San Sebastián. Ahora mismo no recuerdo cuándo/cómo nos dimos cuenta que una grabación de esta naturaleza espontánea y despojada podía ser un disco para publicar en el mundo hispano. Habrá sido durante una de las formidables comidas que celebramos con la buena gente de la industria del arte de la grabación de discos.

Es posible que eche de menos el batifondo de los conciertos grandes. El público encendido ayuda– Detrás de él hay voz, piano y dos tardes en el estudio. ¿Defiende que para dar forma a un buen trabajo sobran muchas veces horas de encierro y producción?
–A veces sí. La grabación es como la cocina, no hay que dejar la sartén al fuego más tiempo del necesario.
Confieso haberme recreado en grabaciones interminables porque en los estudios de grabación encontrábamos cierto blindaje que nos permitía experimentar con imprudencia. Digamos que se puede trabajar con el estudio como una herramienta, pero también traer la música aprendida de casa.

– Por la ‘sencillez’ de su ejecución se ha dicho que recuerda a las grabaciones de jazz realizadas en la década de los 50, ¿volver atrás es en ocasiones la mejor manera de avanzar?
–Aquellas grabaciones no eran exactamente sencillas, la grabación de jazz era casi perfecta; la colocación de los micrófonos, el concepto y la interpretación. Eso está al alcance de pocos o de nadie. Yo tampoco comparo nuestro disco con aquellos discos clásicos, pero hay que reconocer el gran desempeño del pianista Germán en el álbum. Trae aromas de pianos variopintos sin perder la unidad del sonido. Contempla a Horacio Salgan y a Bill Evans. En un solo puño.

La grabación es como la cocina, no hay que dejar la sartén al fuego más tiempo del necesario– El disco se presenta como el tercer volumen de ‘Grabaciones encontradas’, pero existen en él importantes diferencias respecto a los dos primeros (compuestos por canciones de archivo, grabaciones en diferentes tiempos y alguna ‘rareza’). ¿Qué le ha hecho ligar este trabajo a los dos anteriores?
– ‘Grabaciones encontradas’ son grabaciones de archivo. No prometen nada más que libertad. Esta colección se vio discontinuada por la aparición de internet y lo lamento, hubiera sido grato seguir editando ‘Grabaciones encontradas’ durante los últimos años del siglo pasado y estos años milenarios.

– Romaphonic Sessions funde temas propios y ajenos, una gran variedad de estilos (tango, vals…) y versiones que dan un nuevo punto de vista a canciones tan aclamadas dentro de su repertorio como ‘Mi enfermedad’, ‘Los Aviones’ o ‘Paloma’. ¿Qué hizo que se decidiera por esta selección en concreto y no otra?
–Estábamos buscando en mi repertorio las canciones que pudieran reformularse con el concurso de muy pocos instrumentos. Se supone que una buena canción resiste sin guitarras y amplificadores, pero hay más además de las canciones, la electricidad es un mensaje en sí mismo. Ahora volvemos a un silencio prácticamente inédito.

–En ella hay nostalgia y abundantes guiños a su tierra. Como dice la letra de ‘Milonga del trovador’, ¿diría que «su casa es donde canta» o es imposible olvidar las raíces?
–Es posible que ‘Milonga del Trovador’ sea la canción que me identifique, como alguna vez fueron ‘El Cantante’ o ‘El Salmón’. Soy un hombre de espíritu sedentario dentro de una piel nómada. El desarraigo forma parte de mi genética y de la mayoría de los argentinos porque tenemos abuelos que llegaron en barcos. Barcos genéticos.

Es posible que Milonga del trovador sea la canción que me identifique, como antes El cantante o El salmón – En declaraciones recientes se ha mostrado más interesado en llevar una vida «austera y cultural» que en el rock en sí mismo. ¿Qué queda de aquel compositor imparable, de aquel «viejo Andrés que no dormía jamás» del que habla en ‘La mitad del amor’?
–Por suerte quedo yo. Espero vivir una vida longeva para seguir protestando, porque hay mas promoción para cocineros o tertulianos que para guitarristas y toreros, para recordar que hace un año publiqué ‘Paracaídas y Vueltas’ (Cúpula, 2015) y para seguir descubriendo la mañana como reservorio de un silencio que vale la pena llenar con música.
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