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¡Anda que no hay ‘praos’!

02/07/2022
 Actualizado a 02/07/2022
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Me gustan las fiestas. Se lo prometo. Se lo juro por Snoopy y por el azul del cielo, que es una de las cosas que más adoro en este mundo, nací pachanguera, pero sinceramente, no puedo si no alegrarme de que lleguen a su fin para disfrutar a todo pulmón del ansiado verano. Silencio. Paz. Más azul.

El programa ha estado bien. Variado. Había ganas. Ganas y hasta anhelo y frenesí tras dos años en los que no habíamos celebrado apenas nada. Teatro, comida, atracciones y, sobre todo, mucha música. Parece mentira el poder del sonido, cómo es capaz de cambiar en una síncopa nuestro estado de ánimo. Nada como un bolero, un buen tema de rock clásico o el más puro jazz para sentirnos vivos otra vez.

Vino Ara Malikian, que es un auténtico mago con un violín en las manos. Yo no pude escucharle, pero un personaje de uno de mis cuentos, Monik, me contó que estuvo fabuloso. Es que lo es, no puede menos. Muchas orquestas y un plato fuerte, Café Quijano, ese grupo de rock latino que lleva con orgullo el nombre de León por todas partes. A ellos sí los vi, los escuché y los bailé en directo. Su último trabajo, ‘Manhattan’, atesora lo mejor de sus orígenes (su alma de bolero) y lo fusiona con grandes acordes de jazz y rock de antología.

Hay que felicitar al Ayuntamiento por devolvernos la sangre al cuerpo durante unos días salvo por dos cuestiones que oscurecieron a San Juan y a San Pedro: el alto precio de las atracciones (solo apto para millonarios), los chavales que hayan dado dos vueltas pueden considerarse afortunados y el exceso de decibelios en zonas del centro hasta altas horas de la noche. Los vecinos de San Marcos llevamos una semana sin dormir. Tiemblan las paredes, las ventanas y hasta los dientes con semejante volumen no apto para cardíacos. ¿Por qué no en León Arena, Palacio de Deportes, Palacio de Congresos? Y si se prefiere aire libre, anda que no hay ‘praos’; fiesta sí, pero salud mental también.
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