Ana Merino: "León tiene que mirarse al espejo y creer en sí mismo"

La escritora, premio Nadal 2020, firma este sábado a las 12.30 horas ejemplares de la novela premiada en la Librería Universitaria, con Manuel Vilas, finalista del Planeta

Fulgencio Fernández
12/12/2020
 Actualizado a 12/12/2020
Ana Merino y Manuel Vilas firmarán ejemplares de sus galardonadas novelas en la Librería Universitaria de León.
Ana Merino y Manuel Vilas firmarán ejemplares de sus galardonadas novelas en la Librería Universitaria de León.
Ana Merino ya era una voz conocida en el mundo de la poesía (Premio Adonais en 1995) y una de las grandes expertas nacionales en cómic. Profesora en Iowa desde hace 25 años ha ‘reaparecido’ en este 2020 con sorpresa, relativa, al ganar el prestigioso Premio Nadal con su primera novela, ‘El mapa de los afectos’.  Vino a España a recoger el galardón, hacer la promoción de la novela... y se cerraron las fronteras, llegó el confinamiento y en España sigue. Este sábado firmará ejemplares de sus obras —junto a Manuel Vilas— en la Librería Universitaria, a partir de las 12.30 horas. «Ahora, más que nunca, hay que estar con las librerías de barrio, los pequeños editores, gente como el infatigable Héctor Escobar y, de paso, demostrando que la cultura puede ser segura, que lo es, y necesaria, más necesaria que nunca».

–Regresaste de Estados Unidos y aquí has quedado confinada.
–Cierto, me pilló el confinamiento en plena gira promocional y he tenido que dar las clases ‘en línea’; la Universidad canceló lo presencial en marzo y estoy haciendo todo en linea, grabando, llevando una doble vida pues la actividad en Estados Unidos empieza a las cuatro de la tarde de aquí, un poco locura, aprendiendo sobre la marcha, generando otro tipo de relación desde el espacio digital;  y ahora que ya se pueden hacer pequeñas cosas en España pues en ello estoy, apoyando a librerías independientes, siempre fieles a mantener un espacio seguro.

–Y nuevamente en León.
–Se lo debía a Héctor. Estuvimos en Sabero camino de la Semana Negra y ahora queremos estar con Héctor Escobar, los dos, Manuel (Vilas) y yo, aprovechando que como somos convivientes podemos hacer cultura segura.

–Siempre es una visita especial la de León.–Por supuesto, León es un lugar muy querido; es mi memoria, la tierra de mis  padres (José María Merino y Carmen Norverto), la biblioteca familiar y la historia de una tierra que quiero y tantas veces me han contado.–¿Cómo encuentras a León?–En el aspecto cultural e histórico su potencial es impresionante. Su historia es tan potente como ese hito de ser cuna del parlamentarismo;a su vez sus tradiciones son increíbles, beben de ese mundo comunitario que me ha inspirado mucho... por ejemplo, al llegar a Estados Unidos he sabido cómo mirar a otra cultura porque había aprendido a mirar en la comunidad de mis mayores.–Sin embargo ese tremendo potencial cultural no parece corresponderse con la realidad social de esta tierra, que se vacía sin solución, que hace unos días acaba de recibir otro varapalo con ese centro de ciberseguridad que nos habían vendido como cercano y no nos votó casi nadie...–Cierto. Lo veo con preocupación, lo sigo. Creo que León tiene que buscarse a sí mismo, tiene esa gran riqueza cultural e histórica pero parece que los leoneses no nos hemos dado cuenta para defenderla, para saber lo que tiene, la belleza de su ciudad y sus pueblos, sus montañas... Nuestro folklore es espectacular, no tiene que envidiar a ningún otro y tiene una autenticidad incuestionable, anterior a los otros folclores. León tiene que mirarse al espejo y creerse, verse a sí mismo, confiar en la excelente materia prima con la que está creado.  –¿Cómo llevaste la pandemia?–Con mucha ansiedad. Los primeros meses fueron durísimos y más en mi caso, como te he explicado, a caballo entre dos vidas.–¿Alguna enseñanza de la pandemia?–Que necesitamos parar. Detenerse y pensar, reflexionar.–¿Un buen momento para darle una oportunidad a la literatura?–Por supuesto. Es evidente que la literatura nos ofrece una salida saludable, nos ofrece un espacio de acogimiento y creo que algunas personas sí se han dado cuenta de que al cambiar su ritmo, al estar más tiempo en casa, la literatura te ofrece el único viaje posible, sin necesidad de moverte de tu propia casa. Sin olvidar su efecto terapéutico para el cerebro, nada que ver con pasarte horas mirando la pantalla del móvil, que tiene efectos horribles: insomnio, altera el sistema nervioso...  –¿Cómo han vivido estos tiempos en Estados Unidos?–Allí depende mucho de la política de cada Estado, lo que ha provocado situaciones muy diferentes, incluso opuestas. Yo he tenido la suerte de que en mi Estado, Iowa, se ha apostado por la investigación, han aprovechado que su universidad está en primera línea buscando terapias, ha habido inversión en este campo; pero también es cierto que ha habido descontrol a nivel ciudadano porque hay personas que no se mentalizan de la importancia de no exponerse. –¿Y en España?
–Yo creo que lo que se impone es ser pragmáticos y, ante todo, buscar soluciones. Esta complicadísima pandemia requiere frente a ella pensamiento estratégico, capacidad de reacción y, sobre todo, entendimiento entre todos. Cuando las personas se crispan, se politiza, eso hace mucho daño a la construcción de la comunidad pues la respuesta sanadora tiene que ser la respuesta comunitaria.

–Vamos a su libro, un importante premio con la primera novela... ¿Cómo es el ‘salto’ a un género nuevo?
–La verdad es que me lo pidió mi propia madurez, la experiencia. La novela se desarrolla en un espacio que he vivido muy intensamente en estos 25 años que llevo en Estados Unidos. La novela era el género que mejor se adaptaba a esa mirada narrativa. Fue un proceso natural para construir ese espacio coral en el que se desarrolla.

–Un espacio coral que nace de las individualidades; cada capítulo pone el foco en uno de los numerosos personajes y después se van entrecruzando unos y otros.
–La novela bebe de la atmósfera estadounidense pero también hay, por ejemplo, un guiño a la diáspora española, a los que han emigrado allí; un lenguaje transatlántico que recorre ambos continentes... reúne el poso de tantos años allí, de tantos mundos, de tantas personas, hasta convertirlos en un sustrato literario.

–Y el permanente contacto con tu tierra a través de la literatura.
–Claro. Una nunca pierde el hilo literario; mi propio padre —José María Merino—está muy presente en mis referentes, también el imaginario de su generación con otros nombres como Luis Mateo o Aparicio. Es un grupúsculo literario muy importante para mí pues en él he crecido, he mamado su forma de entender lo rural, sobre todo de León, de la memoria oral.
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