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Ampliación de la mirada

13/01/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Soy miope ni sé ya desde hace cuántos años. En casi todas mis fotos de infancia cargo con unas gafas gigantes que me llegaban a la mitad de las mejillas y que ahora -qué fatalidad la de las modas- parece que vuelven a llevarse. No creo que sea por esto, pero siempre he valorado lo que me ayuda a ver más allá: las lentes (no tengo más remedio), los libros, las películas, la música, el arte, los viajes.

Y la gente. Siempre hay personas que permiten ver más lejos, que favorecen la ampliación de la mirada, y otras que te encierran entre las cuatro paredes de lo suyo, en conversaciones que darán vueltas -una y otra vez, durante años- a los mismos temas, los mismos argumentos y hasta a las mismas bromas.

Entre los anteojos-humanos que corrigen dioptrías está el escritor Avelino Fierro, que ha empezado el año superando el centenar de entradas en su diario. Es un lugar tan espacioso y vasto para la escritura que su feracidad sólo se explica por la enorme cultura de su cultivador, además de su inacabable curiosidad lectora. Ya sólo queda arar esa tierra un día tras otro, palabra a palabra. Casi nada.

El martes nos llegaba por ‘mail’ a sus fieles ese texto 101 porque, en estos tiempos de singulares formas de comunicación, Fierro -que no usa más red social que la de la amistad- envía sus escritos por correo electrónico. Bajo el cuidado de la poeta y periodista Eloísa Otero, éstos se publican después en la web de la revista cultural Tam-Tam Press y, por último, encuentran reposo entre sábanas de papel con el impulso de Héctor Escobar, editor de la leonesa Eolas, que ya ha publicado tres: Una habitación en Europa, Ciudad de Sombra y La vida a medias.

Fierro confiesa que empieza este año cansado, con un fondo de valses del Concierto de Año Nuevo que le suenan ajenos, «como si todo estuviera sembrado de olvidos». Y en lucha contra el desánimo para que surja la creación. «Ha bajado una sombra hasta mis manos; no consigo escribir sobre el mañana ni sobre las ilusiones perdidas», reconoce.

Todos necesitamos a veces que nos ayuden a mirar más lejos. Por eso, si nada se tuerce, hemos quedado para la próxima primavera, cuando florezcan los cerezos en el Bierzo, ¿verdad, Avelino?
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