14/02/2021
 Actualizado a 14/02/2021
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Hoy, San Valentín, se ha establecido como día de los enamorados. Se conmemora las obras realizadas por San Valentín en Roma. El santo casaba furtivamente a los soldados con sus damas en las bodegas de las cárceles del Imperio en los tiempos en que el cristianismo fue prohibido por Claudio II, en el año 270 d. c., quien, al enterarse de los votos matrimoniales que realizaba el santo, mandó decapitarlo. Otros historiadores afirman que, mientras estaba en la cárcel, San Valentín regaló un papel a una joven ciega hija del juez de la cárcel que decía ‘Tu Valentín’, como forma de despedida, que la joven llegó a leer. San Valentín se enamoró de ella y de ahí el simbolismo como santo del amor. Otra leyenda del santo mártir dice que es patrono de los enamorados porque su fiesta coincide con el momento del año en que los pájaros comienzan a enamorarse.

Desde un punto de vista, amor y vicio se confunden en una especie de ‘amoricio’. Amor es un sentimiento afectivo y vicio es afección o vehemente deseo. Una de las expresiones corporales para demostrar el sentimiento de amor, salvo lo que hizo Judas, es el beso. ¿No pone el fumador empedernido mucho más sus labios en los cigarrillos que el ósculo en los de su mujer, padres e hijos?

He aquí unas palabras rimadas de amor-vicio inquebrantable a la estela dejada por el maestro Francisco de Quevedo. Al principio en solidaridad con esos seres despreciados y expulsados de la convivencia cívica por ser impertérritamente fieles al vicio de fumar. Después, otras rimas sobre las consecuencias de una pasión sin freno por el llamado deporte rey, el fútbol. Por último, un enamoramiento desmedido del oído por la radio también tiene, desde mi punto de vista, sus consecuencias ripiosas.

«A una dama amante del pitillo». Al pitillo se daba doña Ana, tan amante del tabaco en grado sumo, que teniendo nombre de cristiana, sentábale mejor ‘dedo de humo’. A sus labios ardientes de placer tipos rubios, negros o mezclados acudían presurosos para arder entrefinos, sin filtro o emboquillados. Nunca dama en el mundo más fumó y por darle al cilindrín sin tregua al día, ‘dedo de humo’ de esta vida se esfumó. Aunque nadie sospechó que ocurriría, tantos humos la interfecta se tragó, que por siempre de su tumba humo salía. Que si el fuego es vicio que así guía a quien tanto en vida lo prendió. ¡un bombero, Señor, Virgen María!

«A quien por el fútbol indujo a su mujer al adulterio». Era un tipo al fútbol enganchado como ‘yonqui’ a la droga venenosa que del resto del mundo divorciado acabó divorciado de su esposa. Tanta dicha hallaba en el deporte del balompié el juego seducía, que al deber marital de su consorte con quiebros y regates se escurría. Cansada aquella santa de desplantes por esposo entre goles enfrascado, henchiose de afición a los amantes ¡Oh! torpe desviación de enamorado, que chiflado por patadas aberrantes, al fútbol vas, con asta a cada lado.

«A una dama enamorada de las ondas». Nunca dama a transistor atose como Aída, la esclava del oído, tal su ansia receptora desató que desatola del sueño y del marido. Tanto gozo hallaba en el invento, tanta dicha la radio le prestaba, que a pesar de minúsculo instrumento, con las ondas herzianas se acostaba. Y entre sones, tertulias y noticias la amorosa radioyente transmutaba sintonías por besos y caricias. Dolido el varón por las sevicias que la esquiva esposa le causaba, por sorda abandonó, llamada Alicia. ¡Cuan traidor es Amor en las mujeres que reciben del éter las delicias y dejan a la carne sin placeres!
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