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Amargo sabor a libertad

09/05/2021
 Actualizado a 09/05/2021
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Hoy somos más libres, pero no menos conscientes. Tras más de medio año viviendo bajo el mecanismo constitucional del estado de alarma, hoy ha finalizado. Sin embargo, el virus aún continúa entre nosotros y no podemos relajarnos completamente pese a que ya esté vacunada con la pauta completa el 12% de la población. De hecho, algunos solo tendremos plena libertad durante estas veinticuatro horas, ya que nuestras respectivas comunidades han implantado nuevas restricciones a partir de mañana. En mi caso personal, mi zona básica de salud nunca había estado confinada durante estos meses, pero ahora que termina el estado de alarma sí lo está. Habrá quien piense que la suerte no me acompaña y yo, en cierto modo, comparto su pensamiento. Sin embargo, prefiero pensar que va a empezar el periodo de exámenes y tampoco tendría a donde salir. Quedémonos siempre con el mal menor.

De hecho, estas líneas están siendo rellenadas a las dos de la mañana mientras ceno media tarrina de mousse de nueces del Mercadona. Había pedido a mi padre que me dejara la sartén sobre la vitrocerámica para hacerme la cena hace más de tres horas, pero la he terminado guardando. En las últimas veinticuatro horas, lo más contundente que he comido es un bocadillo de tortilla de la Universidad que he tenido que devorar en quince minutos. En cuanto termine estas líneas, iré a dormir menos horas de las que debería para enfrentarme a otro día frenético en cuanto despierte. Quizá hoy seamos libres en lo que respecta al estado de alarma, pero no lo somos en nuestras vidas y eso es casi más preocupante.

Ansío poder vivir sin preocuparme por el virus, sin tener que usar la mascarilla, sin pensar que puedo contagiar a un ser querido y pudiendo viajar, salir y hacer lo que quiera. Sin embargo, es imposible no sentir rabia cuando el ritmo de vida –no hablemos ya de la precariedad o la pobreza que cada vez sufren más personas– no permite disfrutar siquiera de algo tan básico y necesario como comer o dormir. Aunque la deseada libertad pandémica está cada día más cerca, no nos olvidemos de que si no reaccionamos a tiempo, cada día seremos un poquito más esclavos.
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