13/04/2022
 Actualizado a 13/04/2022
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«En el espacio se ve amanecer nada menos que 16 veces». Así respondió Pedro Duque a la inquietud de cómo se ve un amanecer desde el espacio que le formuló una chavala de 16 años en el salón de plenos del Palacio de los Guzmanes allá por 2004. El astronauta había venido a León en una visita en la que no había otro objetivo más que el de saciar las curiosidades de estudiantes de todo pelo. Quien después fuera ministro animó al que aquel día era su público, de espinillas y bigotillos, a decantarse por estudiar ciencias como salida de futuro. Había que despegar a base de números, partículas y fórmulas. Pero no estaba ese camino de porvenir entre los planes de todos los presentes. La que preguntó lo del amanecer era más de letras y buscaba en la experiencia de Pedro Duque una imagen con la que volver a casa, una historia que poder contar a sus padres mientras comían aquel día. Nada más escuchar sus aventuras en una nave, la gravedad, para qué servía aquella expedición, ella quería saber cómo era un amanecer desde allí arriba. Se guardó la pregunta y esperó, al acecho, a que llegase el turno de hacerla. Esperaba una respuesta que fuese un auténtico espectáculo, no podía ser otra cosa eso de ver amanecer desde el espacio. Pero al cómo, el astronauta respondió cuantos y no hubo historia que contar. Le quedó siempre ahí la duda a aquella rapaza y el recuerdo, en la hemeroteca. Una periodista que recogió el acto al día siguiente no pudo por menos que contar que una alumna de las presentes había preguntado a Pedro Duque cómo era un amanecer desde el espacio. Contó el cuántos, pero no el cómo. Ella tampoco lo sabía. Años después, la chavala de 16 años no hizo ni caso a Pedro Duque y se decantó por letras. Quería contar comos. Los cuántos eran importantes, pero no tanto para ella. No se lo explicó Pedro Duque. Se lo contó su padre. «Cuando tú naciste estaban plantando esos nogales que ves a la orilla de la carretera en Benamariel, a mano izquierda antes del pueblo, según vas a León. Fíjate si han pasado años, ¿eh? Y mira tú cómo te has hecho y mira los árboles qué poco han crecido». A mí, que supero el metro sesenta solo si el metro es generoso. «Ya hija, pero no es el cuanto, es el como». En esas estamos.
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