Álvaro López Núñez, un leonés de pro (y II)

Por José Luis Gavilanes

José Luis Gavilanes
18/09/2022
 Actualizado a 18/09/2022
Álvaro López Núñez poco antes de ser asesinado.
Álvaro López Núñez poco antes de ser asesinado.
A pesar de la vasta obra literaria y periodística –y, sobre todo, a sus incuestionables méritos en política de previsión social–, Álvaro López Núñez fue siempre un actor de segundo plano, antes y después de muerto. El reconocimiento a su labor y méritos (había sido diputado entre 1927 y 1930, era miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, poseía la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Encomienda de la Orden Civil de Alfonso XII, Placa de Bélgica, Orden del Mérito Militar con distintivo blanco, Medalla de Oro de la Previsión, etc.; y representando a España en distintos congresos internacionales) se limita, casi exclusivamente, a unas pocas páginas encomiásticas que le dedicaron hace ya bastantes años, entre otros, León Martín Granizo, Luis Jordana de Pozas, Severino Aznar, Máximo Cayón Waldaliso, Félix Pacho Reyero y, especialmente, Antonio Baso Andréu, casado con una nieta del finado; reedición de uno solo de sus numerosos libros; asignación de dos calles (León y Cáceres); un Premio Nacional de Cotos de Previsión Escolar que lleva su nombre; y la denominación de un antiguo ambulatorio de Madrid en la calle Vicente Muzas; el resto es olvido y silencio.

Álvaro López Núñez nació en León el 2 de junio de 1865, último hijo de una familia numerosa oriunda de La Bañeza. Casó a los veinte años con Carolina Valencia Castañeda, natural de Medina de Rioseco (1860-1954) con quien tuvo tres hijos (José María, Federico e Ignacio) y tres hijas (la citada Esther, María y Teresa). Carolina fue autora de varios libros de poesía (uno de ellos prologado por Emilia Pardo Bazán y otro sobre San Juan de la Cruz premiado por la Real Academia Española y ‘paliqueteado’ por Leopoldo Alas, ‘Clarín’, como una «obra de lirismo vacío y falso, donde abunda el ganado lanar y los desmayos trascendentales»), de cuyo enlace destaca sobre todos el ya mencionado José María López Valenciareintegrado al ejército después de la guerra, llegando a ser teniente general, Gobernador Militar de Huesca, en 1951-52, y Capitán General de Canarias, comandando las fuerzas españolas que en unión de las francesas derrotaron en Ifni-Sahara a los marroquíes del Ejército de Liberación, en 1958).

La mayor de sus hijas, la referida Esther, trabajaba a sueldo en el semanario ‘La Lectura Dominical’, un órgano del Apostolado de Prensa. Desapercibida por su labor literaria, sin embargo, llegó a alcanzar cierta fama con la publicación en 1922 de un libro de versos, Escorial, prologado por su padre.

Álvaro López Núñez cursó el bachillerato en el Instituto de León y en la Escuela Normal de Maestros, pasando luego a Salamanca donde, según sus biógrafos se licenció en Filosofía y Letras (pormenor que no he podido confirmar tras pasar revista a toda la documentación existente que obra en el archivo de la docta institución salmantina). Terminados los estudios en Salamanaca o en otros centros universitario, ejerció la docencia en Medina de Rioseco, León y en Astudillo (Palencia). En 1895 se trasladó a Madrid, por consejo del industrial y político leonés Fernando Merino Villarino, ocupando diversos empleos. Ya especializado en cuestiones de previsión social, preparó, junto a José Maluquer y a instancia de Eduardo Dato, el proyecto de ley de 27/2/1908, que dio lugar al Instituto Nacional de Previsión. Cuando se jubiló, en 1935, ocupaba la Subsecretaría de Inspección de Trabajo, obra en la que colaboró con el general Marvá.

En la bibliografía de Álvaro López Núñez constan casi setenta publicaciones entre libros y folletos dedicados a temas de previsión, seguros sociales y obras literarias, además de la inmensa labor periodística, primero como colaborador en El Mundo Católico, El Debate y El Universo, y luego en el semanario del apostolado de prensa, La Lectura Dominical, (1894-1936), del que fue fundador, director y propietario hasta que expiró con él, firmando bajo distintos seudónimos (Froilán de León, Máximo, Alvar Fáñez, Luis León, Teódulo Nitrán, etc.).

Álvaro López Núñez era hombre bien informado de la vida obrera dentro y fuera de España. A él se deben muchas de las ideas y medidas que durante un siglo han prevalecido en la previsión española, especialmente en mutualidades y materia de seguros, que incluso causaron en su día cierto asombro en la Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra. El seguro era para él la fórmula matemática de la solidaridad humana. Guiado por un profundo y activo cristianismo a la sombra de la encíclica Rerum Novarum, y en época de las Internacionales obreras, soñaba con una verdadera Internacional del seguro, como mutualidad de previsión de todos los seres que habitan el planeta. Llevaba en la sangre fuerte vocación de amor al prójimo en toda su dolorosa amplitud y un verdadero entusiasmo por mejorar el nivel de vida material y moral de los desvalidos, especialmente marginados, ancianos, niños y disminuidos. Pero sustituyendo la hasta entonces única política social de beneficencia por la que llamaríamos de ‘caridad científica’, según la óptica de la doctrina social de la Iglesia y, en consecuencia, enfrentado directamente con las tesis revolucionarias de corte marxista y anarcosindicalista. Entendía por justicia social la armonía entre las partes, no el triunfo por medios violentos de la clase proletaria sobre la patronal, pues con ello no se haría sino revertir la injusticia. Si, como consecuencia de la lucha de clases, ha de haber un vencedor, que impone su voluntad al vencido, ¿para qué entonces –se pregunta– promulgar leyes, normas de convivencia, de moral, de educación, de cultura, y efusiones de amor fraternal entre los hombres? Sobre los cimientos de la violencia –escribe reiteradamente– no puede asentarse nada perdurable. Confiaba, desde su idealismo optimista cristiano, en el diálogo social, donde todas las piezas deberían coordinarse como colaboran en el funcionamiento de un vehículo o de un reloj. La injusticia social era, para él, fundamentalmente un problema de distribución, pero entendido metafísicamente, como desarreglo del orden creado por Dios. Dentro de esa inquietud por los más necesitados y merced a la desgracia acaecida a los tres años a una de sus hijas, se interesó vivamente por los disminuidos, en particular por los sordomudos. Fruto de ello es la obra El mundo silencioso, cuya lectura hoy sigue siendo provechosa. Su gran humanidad le llevó a fundar y presidir, entre otros, el Patronato de Jóvenes Abandonados y el Tribunal Tutelar de Menores. Por toda esta gran labor social regeneracionista, presumiblemente López Núñez tendría in mente o a flor de labios aquella fatídica noche otoñal, frente a sus verdugos del camposanto de la Almudena, palabras no muy alejadas de éstas: «Mira que haberme pasado toda la vida esforzándome en remediar el sufrimiento del pueblo, luchando contra el infortunio de unos y el egoísmo de otros, y que me vea ahora condenado a morir vilmente asesinado por quienes se arrogan el derecho exclusivo de representarlo».

Para trazar el perfil de la personalidad y pensamiento de Álvaro López Núñez –lector de Séneca, entusiasta del Greco y traductor al español de Quo vadis?–, basta con leer dos de sus libros, escritos con gran corrección y voluntad de estilo: Silva de dichos y hechos (1922) y Filandro. Diálogo de la inhibición (1921). Este último es texto filosófico de apenas setenta páginas, estructurado al modo clasicista como coloquio entre dos personajes, Filandro y Eugenio, en el que López Núñez desvela su doctrina existencial. El hombre sólo es libre en el foro íntimo de su condición, impenetrable por tanto a la ley social; pero, fuera de sí, está condenado a dura y perpetua servidumbre, convirtiéndose –como diría Heidegger– en un esclavo sujeto a la pesada cadena del ‘se’ (hago esto porque ‘se’ hace, digo esto porque ‘se’ dice, pienso esto porque ‘se’ piensa...). La inhibición es fuerza con la cual el hombre refrena el primer impulso desordenado de su voluntad a ser engullido y dominado por el mundo social ciego e inconsciente. La inhibición es, pues, la voluntad resistente a las influencias del dañino medio, pero sin aislarse del todo, sino en constante lucha hasta hacer de ese medio hostil un mundo asequible de convivencia fraternal.
La Silva es un compendio de apotegmas, epigramas, aforismos, pequeñas historias y anécdotas en las que no falta, al lado de cuestiones serias de enjuiciamiento de la actualidad política, cultural, económica –y, sobre todo, social–, el sentido del humor y de la ironía, siempre bajo la impronta cristiana. Pero, si hubiera algo que destacar en virtud de su insistencia, además de la crítica a la clase política en general, sería la aversión de López Núñez a las muchedumbres enfurecidas, como cuerpo irracional que por su inconsciencia e insensatez representa la tiranía más grosera y odiosa. El comportamiento en manada desviste al hombre de responsabilidades individuales y del principio moral incuestionable de no hacer a otros lo que no se quisiera para sí. Se enfrentó en el camino a las masas de desposeídos que reclamaban su dignidad sempiternamente desatendida, procurando remediar su situación a través de otra ruta, pero en la estampida sangrienta del 36, no sólo fue desoído sino violentamente atropellado por ellas.

Quien suscribe, denunció en cierta ocasión una página escrita que incitaba a eliminar, como un símbolo más de la dictadura franquista en León (entre otros nombres callejeros algunos todavía vigentes, Fernández Ladreda, Alférez Provisional, Campanillas, Alcázar de Toledo) la avenida dedicada a Álvaro López Núñez. Independientemente de que, a no dudar, Álvaro López Núñez estuviese de parte de los sublevados con Franco a la cabeza, nada tiene que ver que ello fuese el motivo de inscribir su nombre en una vía importante de la capital leonesa. La implantación de su nombre en el callejero leonés, sustituyendo a la anterior denominación de Paseo del Espolón, se produjo de común acuerdo en una en sesión ordinaria de la corporación municipal el 22 de julio de 1927, en reconocimiento a su labor social y literaria, y no como mártir asesinado por elementos republicanos el 30 de septiembre de 1936.

Para saber más

No existe publicado un estudio profundo sobre la obra, la vida y la muerte de Álvaro López Núñez, y poco más que uno sepa sobre él y su obra de lo que a continuación se consigna.

AZNAR Y EMBID. Severino: ‘Impresiones de un demócrata cristiano’, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1931.
MARTÍN GRANIZO. León: ‘Alvaro López Núñez. Apóstol de la previsión social’, en Biografías de sociólogos españoles, Madrid, Servicio de Publicaciones del Ministerio de Trabajo, 1963, pp. 159-173.
JORDANA DE POZAS, Luis: ‘Ser, vida y muerte del Excmo. Sr. D. Alvaro López Núñez’, León, Tierras de León, vol. 18, nº 32-33, 1978, pp.56-64. Reproducción de la disertación leída en la sesión ordinaria de la Real Academia de Ciencias Políticas y Económicas el 8/2/1972. Publicada originariamente en los ‘Anales’ de la misma R.A. (nº54 de 1977).
IBIDEM: ‘Elogio de D. Alvaro López Núñez’, prólogo a Ideario de previsión social, discurso de ingreso de Alvaro López Núñez en la Real Academia de Ciencias Política y Económicas, Madrid, Publicaciones del Instituto Nacional de Previsión, Madrid, pp. 7-27.
ALZAGA VILLAMIL, Óscar: ‘La primera democracia cristiana en España’, Barcelona, Ed. Ariel, 1973.
CAYON WALDALISO, Máximo: ‘Retratos leoneses. Don Alvaro López Núñez’, León, Diario de León, 26/8/1986, p.32.
BASO ANDREU, Antonio: ‘Don Alvaro López Núñez: semblanza de un maestro visto a través de su obra e ideario social’, en Flumen, Revista de la Escuela de Magisterio de Huesca, nº3, 1998, pp. 91-106.
LÓPEZ NÚÑEZ, Álvaro: ‘Los inicios de la protección a la infancia en España’, reedición de la edición de 1908, con prólogo de Santiago Molina e introducción crítica de Manuel Bueno, Julio Mijerza y Miguel Ángel Pérez, Madrid, Ciencias de la Educación Preescolar y Especial (CEPE), Madrid, 1992.
MARÍN ECED, Teresa: ‘Innovadores de la educación en España’, Cuenca, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla la Mancha, 1991.
PACHO REYERO, Félix: ‘Álvaro López Núñez, un patricio leonés del periodismo y de la sociología’, Tierras de León, números 122-123, Año XLIV, Enero 2006-Diciembre 2006, pp. 75-115.
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