Álvarez-Canal: "Hay que romper la espiral de despoblación"

Después de más de cuatro décadas en Diputación, se jubila el que fuera impulsor de algunos de los grandes proyectos desarrollados en la provincia

David Rubio
13/10/2019
 Actualizado a 13/10/2019
José Antonio Álvarez-Canal en el que fue, hasta primeros de octubre, su despacho en el Torreón de Diputación. | L.N.C.
José Antonio Álvarez-Canal en el que fue, hasta primeros de octubre, su despacho en el Torreón de Diputación. | L.N.C.
Se clausura este domingo la que ya es la vigésimo sexta edición de la Feria de los Productos de León. Entre las cabezas pensantes que la organizan este año, falta la que ha sido una de las más brillantes no sólo de la promoción de los productos leoneses, sino de la Diputación en general, durante las últimas cuatro décadas. José Antonio Álvarez-Canal se jubiló a primeros de octubre y de su conversación, de su experiencia (ha visto pasar a una docena de presidentes), salen conclusiones demoledoras sobre el pasado, el presente y el futuro de la economía leonesa. Él, que tiene un hijo periodista sin el que hubiera sido imposible dedicarle este artículo, propone tres titulares, pero tampoco es cuestión de hacerle caso.

No fue ni el inventor de la marca Productos de León ni siquiera su primer impulsor, pero en las cuatro largas décadas que ha trabajado en la institución provincial ha ayudado al crecimiento exponencial de las figuras de calidad, al reconocimiento, la difusión y promoción de los productos leoneses que hoy llenan tanto las despensas como los discursos. Cuando se hizo cargo del proyecto, se habían celebrado sólo un par de ferias en la plaza de San Marcelo, con la presencia de muy pocos productores: una palloza-stand que se inventó Prada, quesos de Valdeón y chocolates de Peñín. «En cuestión de promoción de los productos, el Manzanal nunca fue un problema, siempre hubo unión, y los resultados se vieron de forma inmediata», sentencia. Tan fácil y tan difícil...

En la promoción de los Productos de León el Manzanal nunca fue un problema, hubo uniónEmpezó a trabajar en Diputación en enero de 1977 como administrador en el Hospital, entonces competencia provincial, y en 1987 pasó a un Palacio de los Guzmanes que estaba prácticamente en ruinas. «Lo reformó Emiliano Alonso Sánchez Lombas que, más allá de sus ideas políticas, tenía visión de futuro y supo ver algunas las necesidades y posibilidades de esta provincia, desde el Hospital Princesa Sofía a la estación de esquí de San Isidro». Recuerda con especial cariño la época de la puesta en marcha del Servicio de Asistencia a Municipios («había una gran carencia de gestión») o los primeros pasos de lo que fue el Plan Informático Provincial, recorriendo los ayuntamientos con dos de quienes han sido sus compañeros más veteranos y a la vez cercanos, Carlos Vidal y José Fernández, peleándose con un monstruoso IBM que ocupaba todo el sótano de lo que hoy es el Instituto Leonés de Cultura. Convertido ya en economista de la Diputación por oposición, fue nombrado jefe del gabinete de planificación y no ha podido olvidar aún la impresión que le produjo lo que vio en Ancares o La Cabrera cuando se ponía en marcha el Plan de Comarcas Desfavorecidas: «A primeros de los noventa, en un pueblo me llegaron a decir que allí las niñas no podían ir a la escuela».

Otro de los recuerdos que tiene grabados es cuando Alberto Pérez Ruiz le envió a un congreso en Madrid sobre las entonces nuevas políticas europeas: «Apareció un conferenciante que, para ponernos ejemplos sobre el futuro de la energía, mostró un mapa de la provincia de León con tres cruces, una encima de cada cuenca minera. Volví asustado y lo conté, pero me dijeron que ya llevaban mucho tiempo diciendo que iban a cerrar las minas y que eso nunca iba a pasar... Hasta que pasó, claro. Ya entonces me preguntaba cuál sería la política energética española, y la verdad es que me lo sigo preguntando hoy».

Ya en los noventa, llegué a escuchar en algún pueblo que allí a las niñas no se las mandaba a la escuelaDurante 17 años, llevó su experiencia como economista provincial a la docencia, trabajando como profesor asociado en la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. «El modelo económico de la provincia está cambiado», apunta él como titular. «Hay que romper la espiral de la despoblación. No es un problema exclusivo de León, claro está, pero se puede luchar contra ella de forma eficiente si hay recursos. Eso sí: hay que poner dinero, mucho dinero. La gente tiene que poder vivir, avanzar y trabajar en su territorio. Si no, no hay nada de qué hablar. He presentado varios proyectos a varios presidentes, pero el resultado ya lo has visto. Lo que no tiene sentido es que dentro de los presupuestos se incluyan pequeñas partidas para poder decir que están muy preocupados por la despoblación y que luchan contra ella. Eso es poco menos que tirar el dinero, como lo es muchas veces el Plan de Cooperación, en el que demasiado a menudo los criterios son los votos que da y quita en cada pueblo más que su eficacia real».

La entrada en la Unión Europea cambió radicalmente la estructura económica de la provincia, barriendo casi de un plumazo los que habían sido sus pilares del desarrollo. «Hubo que buscar alternativas, sabiendo que ninguno sustituiría el potencial ni de la minería y ni de la agricultura. Cometimos errores, claro, pero también en algunos acertamos. Como técnico, lo que más frustración me ha producido ha sido ver a políticos entusiasmados con éste o aquel proyecto que eran verdaderamente buenos para León pero que, a la hora de la verdad, estaban más preocupados por lo que les dirían en su partido que por convertir los proyectos en realidad». Diputados y presidentes buscaron siempre su complicidad, su motivación, conscientes de su capacidad de trabajo, y no todos la consiguieron, sobre todo cuando buscaban atajos para lucir méritos. «Me implico, nunca supe hacerlo de otra manera». Ahora se despide como trabajó más de 40 años: lejos de los focos.
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