Alucinantes

Por Alejandro Cardenal

Alejandro Cardenal
10/02/2021
 Actualizado a 10/02/2021
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Me gustan los juegos de palabras más que a Neymar una buena fiesta de cumpleaños. O de Carnaval. O un Bar Mitzvah. Aún recuerdo con orgullo aquel «Ríos reina en El Toralín» con el que titulé una de las primeras exhibiciones del sevillano en el Bierzo. Por eso lloré tanto la marcha de Mourinho. Para los que andamos a la caza de la mínima oportunidad para colar el anagrama de turno, fue como perder la gallina de los huevos de oro. Nos dejó huérfanos. Desmouralizados.

Así que con El Toralín estrenando iluminación y Yuri alumbrando el camino hacia una nueva victoria, creía que escribir esta columna iba a ser coser y cantar. Que las palabras iban a salir solas. Error. Probé todos los recursos posibles para desatascar el cerebro. Paseíto por el pasillo para estirar las piernas. Acariciar a Dante. Llevarme un mordisco. Música relajante. Quitar la maldita música relajante. Aislamiento sensorial, como cuando bajas el volumen de la radio al aparcar. Pero nada sirvió. Alucinante. Apagón creativo total. Qué ironía.

La parte positiva es que la luz de la Deportiva parece lejos de extinguirse. Y aunque hace no tanto divagaba en este mismo espacio sobre cómo Bolo ha conseguido que la Ponfe deje de ser el equipo aspirina que acostumbraba y que dejemos de temblar cada vez que llega al Bierzo un rival tocado, he de reconocer que el partido del lunes me daba ‘yuyu’.

Porque entre las bajas, un árbitro que aún con unos focos que permitirían aterrizar a un avión necesita ayuda para pitar un penalti de manual y la úlcera que todavía me provoca el recuerdo de aquella última jornada de la temporada 2014/2015, me parecía imposible pensar en un final feliz. Bendito Yuri. Es nuestro pastor. Nuestro Jules. El que nos saca a los débiles del Valle de la Oscuridad. El que viene a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a la Deportiva.

Qué se puede decir que no se haya dicho ya. 38 castañas y está a su mejor nivel. Puede sonar ventajista después del doblete, pero incluso cuando los goles se resistían o solo tenía unos minutos desde el banquillo seguía siendo diferencial. No necesita luces de última generación, brilla con luz propia.

Toca hablar de la parte negativa, que también la hay. Espero que los nuevos focos no atraigan la atención de las fieras del mercado. La Deportiva cuenta con él que puede ser, a día de hoy, uno de los mejores defensas de la categoría: París Adot, un futbolista de esos que pasan desapercibidos, que viven a la sombra de los destellos de otros pero que cualquier entrenador mataría por tener en su plantilla. Un seguro de vida. Un ejemplo de entrega en el campo. Como Sielva, que aunque haya dejado de marcar golazos semana sí, semana también, sigue siendo el faro del centro del campo berciano.

Vaya final de temporada nos espera. Es la hora de lucirse.
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