teresa-giganto2web.jpg

Allá arriba en aquel alto

23/06/2021
 Actualizado a 23/06/2021
Guardar
La Vega del Esla tiene unos aires de antaño que bailan al ritmo de titos y jotas, de corridos, de chanos, rondas y pasodobles. Aquellos tiempos en los que las novias vestían de negro, aquellos en los que se andaba con galochas en los pies y en los que las abuelas entresacaban con rodaos de la más fuerte estameña, aquellos en los que las manos eran arados, platos, piconas, lavadoras y la más dulce de las caricias. Eras sus fiestas las que giraban alrededor de una dulzaina y de un tamboril. En ellas servía una pandereta, las castañuelas y unas cucharas de alpaca. Y si la cosa andaba mal, con una nuez, una cuerda y un palitroque, también se hacía baile; y unas palmas no estaban para desperdiciar. Llegan aquellos ecos de músicas ancestrales envueltos en mantones del día de fiesta y llevan puestos aquellos mandiles, la que los tuviera, los rumores de unas coplas y letrillas que pasaron de boca en boca hasta llegar hoy a nosotros con la peculiaridad de cada pueblo, transformados por el teléfono escacharrado de la Historia que en cada pueblo tenía un filtro propio. Andan estos recuerdos hoy por calles de barro y charcos y huelen a tocino huntado en pan. Escuecen todavía las grietas de aquellas manos que se cansaban de trabajar por dos reales y llega hasta hoy el calor que daba el forraje de la maíz con el que se hacían los colchones para mermar el frío del tuétano en el invierno. También llega la delicadeza de quienes se tocaban con pañuelos de seda y con sombreros del mejor de los paños.Todos estos recuerdos que son hoy en la Vega del Esla llevan más lana en la montaña de León, allí donde los clavos de las madreñas rugían contra las peñas y donde el invierno repugnaba de blanco. En el Museo de la Indumentaria Tradicional Leonesa (Mitle) de Valencia de Don Juan hablan estos días de aquellas historias y de los pastores que las protagonizaban, de sus albarcas y zurrones que hace más de cien años se paseaban por Babia, Omaña, Luna y Laciana. Miran con esta nueva exposición desde el sur de León hacia el norte para no perder un punto cardinal en el que la ropa llevaba más capas pero el mismo sacrificio. Y se convierte así el Mitle en un lugar de memoria por el que Pedro Manuel nos lleva de paseo poniendo en valor hasta el último fleco de unas ropas que son el mapa de los nuestros. Y acabo por donde empieza su viaje: «Allá arriba en aquel alto / En aquella sierra montina / Donde cae la nieve a copos / Y el agua serena y fría».
Lo más leído