Algunas alfombras

En una alfombra hay entre cientos de miles y millones de ácaros que se acumulan a pesar de cualquier esfuerzo porque parezca limpia. La alfombra de mi salón debe de tener varios ecosistemas porque ni siquiera el aspirador consigue darle un aspecto saludable. El tiempo ha ido apagando sus colores, incluso dejando una marca casi imperceptible a modo de silueta de escena de un crimen. Eso que mi alfombra, que un día fue un bonito degradado del crema al bermellón, tan solo contará una decena de años enmarcando la mesa baja frente al sofá. Imagínense lo que puede encontrarse en las alfombras de los despachos que han pasado más de tres décadas bajo los mismos pies o las mismas siglas, que en política viene a ser lo mismo.

La revolución democrática de las últimas elecciones autonómicas y municipales, de esas de las que sí cosechamos gobiernos, ha venido a levantar moquetas de muchos despachos. No todas, no se asusten, ni siquiera todas las prometidas en la subasta de compromisos de campaña electoral. Pero los camiones de mudanza siempre sacan a la luz sorpresas, excepto en el apartamento de Fuentes que no tenía ni muebles donde enredarse las pelusas. El último en airear ha sido el alcalde de Ávila. El ex del PP y regidor ‘Por Ávila’ Jesús Manuel Sánchez Cabrera ha denunciado que bajo las de sus antiguos compañeros hay una deuda municipal de 38,7 millones que obliga a una subida del IBI un 20 por ciento y a pedir ayuda al resto de administraciones. Ya les decía que los ácaros, con el tiempo, hacen colonia.

Para la Junta también se prometió mucho en campaña levantar alfombras y airear despachos, que las suyas también doblan en edad a la de mi humilde hogar. Pero el gobierno entreverado tan solo ha oxigenado por ahora las esteras de la Consejería de Sanidad, Igea mediante. La coalición aparentemente une más que una boda y se discute como en familia. Han sacudido las listas de espera con miles de pacientes ausentes. Lo demás es moqueta. En mi salón, andan felices los ácaros sin limitación de mandatos.